¿Punto final?

Por ejemplo, ¿cómo entenderá la opinión pública que el PSdeG quiera mandar a Besteiro al Senado para aforarlo y sacarlo de la jurisdicción de Pilar de Lara? ¿Qué pensará ese BNG con el que andan pactando concellos y diputaciones, que se ha revelado tan quisquilloso con los imputados? ¿Cuánto tardarán en decir las minorías chantajistas que Besteiro «no tiene el perfil»?

¿Qué pensará Manuel Martínez, después de haber caído en desgracia por una imputación de origen administrativo, cuando ve que su jefe de filas es igualmente imputado, pero por cuatro supuestos delitos de corrupción urbanística íntimamente relacionados con su patrimonio privado?

¿Qué autoridad moral le queda al líder del PSdeG para pedirle a Martínez que reflexione y vuelva al redil? ¿Y para poner orden en el partido y hacer cumplir sus estatutos en casos de violación flagrante como el de Sestayo y su pluriempleo?

Las primarias del PSdeG para optar a la Xunta están a la vuelta de la esquina. ¿Puede abanderar la regeneración un político imputado por asuntos urbanísticos que le habrían beneficiado directamente?

Sobre estas preguntas sobrevuela otra que eclipsa a todas las anteriores y que sólo decaerá si, por una vez, De Lara resuelve rápidamente una imputación: ¿Puede permitirse el PSdeG tener a su líder y previsible candidato a la Xunta imputado por un asunto aparentemente tan pringoso? Dicho lo cual, sólo cabe poner encima de la mesa lo que algunos en el partido ya están rumiando: ¿es este el punto final de la carrera política de Besteiro?