El único superviviente del naufragio del «Santa Ana»: «Desde el agua llamé a los compañeros, pero no contestaban»
Manuel Simal dormía cuando sintió «un golpe» que le tiró
ainhoa palacios
Los familiares de Manuel Simal Sande , segundo patrón del «Santa Ana» y único superviviente del naufragio, llegaron al Hospital San Agustín poco antes de las dos de la tarde. Su mujer, Cristina, habló con los médicos del servicio de Urgencias, que le confirmaron que ... su pronóstico era reservado y permanecería 24 horas en el hospital, al que llegó con hipotermia «y un golpe en la parte de atrás de la cabeza», según confirmó su hermano, Juan Simal, posteriormente. «Lo encontré muy nervioso, pero de salud está bien», añadió a la puerta del servicio de Urgencias.
Tras visitarle, Juan Simal indicó que su hermano le había explicado que, en el momento del accidente, «estaba dormido en el camarote de abajo y sintió un golpe, de madrugada, que le tiró al suelo». Cuando estaba «con el agua al cuello intentó salir del barco y lo consiguió accediendo por un portillo, pero ya no sabía si estaba en su camarote o en el de otro compañero». Una vez fuera «no dejaba de llamar a los compañeros, a gritos, pero ninguno contestaba», relató a su hermano. Consiguió, a duras penas, llegar «a una de las balsas que estaban atadas al barco, a la que se subió». Allí esperó hasta que llegó «un pesquero pequeño y ya le recogieron». Ninguno de los barcos que ya sabían del accidente podía acceder a la zona «porque había muchas piedras», le explicó.
«Es totalmente consciente de la gravedad del accidente», comentó Juan Simal, que apuntó que cuando le explicaron la situación del resto de los tripulantes del «Santa Ana» , él mismo les dijo que al no contestarle cuando intentó salir del barco ya se había imaginado el fatal destino de sus ocho compañeros de faena.
Toda la vida en la mar
Manuel Simal, de 50 años, «lleva toda la vida en la mar, y nunca había tenido un accidente». En el Hospital San Agustín comentaba a los suyos que no sabía «qué podía haber pasado» con el barco, y su hermano descartó dar más explicaciones sobre si el accidente se había producido por un despiste. Juan Simal, también pescador –trabaja en un mejillonero– sí comentó que en su pueblo de origen, Abelleira (Muros, La Coruña), no se hablaba de otra cosa y los vecinos estaban consternados por la tragedia.
Los familiares supieron del accidente «a las siete y media de la mañana», y poco después Juan Simal y su cuñada se pusieron rumbo a Avilés por carretera, acompañados de la esposa de otro de los marineros que a primera hora de la tarde no había sido localizado. Ella, junto con los familiares de otro de los desaparecidos y la viuda de uno de los marineros cuyo cuerpo ya había sido rescatado del mar, fue atendida por los psicólogos de Cruz Roja en una sala habilitada para la ocasión en la Autoridad Portuaria de Avilés. Pero la mayoría de los familiares aguardaba noticias en la localidad gallega de Muros.
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