editorial
Mas: mentiras de ayer, mentiras de hoy
Los genios de la creatividad separatista se creen sus propias mentiras y quieren dar una pátina de respetabilidad al engaño que proponen a los catalanes

La querencia a la mentira, la falsificación y el engaño de los separatistas catalanes no conoce límites. No conformes con el congreso de la infamia que mañana arranca en Barcelona («España contra Cataluña»), pagado con dinero público y plagado de patrañas historicidas, también se falsea el presente e incluso el futuro. Al menos, eso revela que el partido de Artur Mas haya creado una web, bajo el nombre «queganoyoconestadopropio.cat», en la que los propagandistas de la sedición, que también reparten folletos impresos, quieren convencer a los internautas de las bondades de la independencia con unos argumentos absolutamente falsos. Por lo pronto, dicen de Cataluña que «sería un país surgido de la disolución de España». A partir de esta premisa demencial, la catarata de patrañas es formidable.
Lo que les sucede a estos genios de la creatividad separatista es que se creen su propia mentira y quieren dar una pátina de respetabilidad al engaño que proponen a los catalanes. Así sucede que una Cataluña con Estado propio será el «séptimo país más rico de la Unión Europea», «garantizará la permanencia de las 4.000 multinacionales que hay instaladas», «las pensiones estarán aseguradas, tanto las actuales como las futuras, e, incluso, podrán ser mejores», «la eliminación del déficit fiscal incrementaría el PIB, y el crecimiento del PIB implica creación de puestos de trabajo». Por supuesto, sus equipos de fútbol seguirán jugando en la Liga de España y su sanidad pública seguirá siendo un «sistema sanitario de excelencia».
La mentira como método alcanza su máxima expresión en estas proclamas de CDC, que pasan por alto la realidad incontestable de que Cataluña, fuera de España, se quedará también fuera de la UE y de sus libertades comunitarias y se agravará su acceso al crédito, las empresas multinacionales seguirán yéndose y también otras nacionales se deslocalizarán, y la recaudación del Estado catalán echará de menos el consumo español de los productos de las empresas catalanas y, entre otros efectos asegurados, los inmigrantes residentes en Cataluña ya no estarán en el espacio común europeo. Todo esto lo despacha la charlatanería nacionalista diciendo que la independencia de Cataluña no tiene por qué «suponer una caída de las relaciones comerciales entre los dos países» y que Cataluña seguirá en la UE porque «los tratados firmados por el Estado predecesor pasan directamente al Estado sucesor». Y esto lo dicen quienes abanderan la deslealtad manifiesta al pacto constitucional. Semejante voluntarismo sería pueril si no fuera porque el disparate lo propone el partido que gobierna Cataluña y aspira a dirigir el Estado catalán. Los catalanes están avisados.
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