Juan Marsé, cámara fija
Augusto M. Torres entrevista al escritor en «Juan Marsé habla de Juan Marsé»
Dos jornadas de rodaje. Una cámara fija y minúscula que no intimide. Ocho horas de entrevista condensadas en hora y media por Augusto M. Torres. «Juan Marsé habla de Juan Marsé» en su mesa de trabajo. Al fondo, imágenes de Ava Gardner y Hedy Lamarr. Los bolígrafos eficientes y lápices afilados ilustran la divisa de Ezra Pound clavada en su biblioteca: «El esmero en el trabajo es la única condición moral para el escritor». A Marsé le gusta cincelar su escritura hasta decir basta: «Me pasaría la vida corrigiendo. Que las novelas las escribiera otro y yo me dedicaríaa a corregirlas».
Juan Marsé habla de la lengua. «Escribo en castellano porque me da la real gana… Me molesta que se identifique el idioma con la patria». Por si no ha quedado claro, recuerda a Ingrid Bergman y Cary Grant en “Encadenados”. Ella le dice a él: «Conozco bien a los patriotas. Sostienen la bandera con una mano y con la otra te vacían los bolsillos». Fin de secuencia.
Juan Marsé habla de sus novelas. Debuta con “Encerrados con un solo juguete” (1960) mientras trabaja en una joyería. Carlos Barral quiere hacer de él un escritor obrero. Carmen Balcells lo ficha para su agencia, pero la vocación de escritor no llega hasta 1965, con «Últimas tardes con Teresa».
Juan Marsé habla, sobre todo, de sus novelas adaptadas al cine. Jordi Cadena («La oscura historia de la prima Montse»), Gonzalo Herralde («Últimas tardes con Teresa»), Fernando Trueba («El embrujo de Shanghai») y el reincidente Vicente Aranda («Si te dicen que cai», «La muchacha de las bragas de oro», «El amante bilingüe»). Conclusión: Todas esas películas son malas, una birria. «Cuando una película es buena lo es siempre por la bondad narrativa cinematográfica, no literaria. Si la película falla, la culpa es del guión o del director». Hablando de guiones, admira el de Víctor Erice para «El embrujo de Shanghai» que malogró Andrés Vicente Gómez: «Es mejor que la novela».
Juan Marsé habla del papel del escritor. «No soy un intelectual. Sólo escribo historias. Ahora trabajo en una novela con ambiente cinematográfico y un crimen, pero no es una novela negra: estoy hasta el gorro de novelas negras».
Juan Marsé habla de las nuevas tecnologías: «Escribo a mano. Antes lo pasaba a máquina y ahora al ordenador. Yo no puedo leer un e-book por una razón física, mi nieto de trece años sí. Por navidades le regalé “Grandes esperanzas”, en papel, y lo ha empezado a leer».
Y Juan Marsé habla del documental en el que habla de Juan Marsé. «El mérito es del entrevistador. Yo no me acabo de gustar, pero todo lo que digo, bien o mal dicho, es verdad», zanja el escritor.
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