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EL BURLADERO

La pasión de Susana

IU y la estructura de poder que alcanzó mediante el pacto con los socialistas decidieron que esas cosas de la legalidad no van con ellos

Carlos Herrera

Susana Díaz, la flamante y omnipresente presidenta de la Junta de Andalucía, tenía previsto dedicar algunos días de la próxima Semana Santa, de la que es cofrade confesa, a la visita y disfrute de diversas Hermandades andaluzas. Entre afición, devoción y aconsejable presencia institucional, quería ... darse una vuelta por cofradías propias y ajenas: algún balcón, alguna salida o entrada, alguna visita a templos y algún salto a alguna ciudad andaluza no demasiado lejana de Sevilla. No le habrá de faltar tiempo para dedicar atención a los suyos, la gente de San Gonzalo, Barrio León, Triana, con su prodigioso andar basado en lanzar por delante el pie izquierdo, ni para dedicar la mañana de Domingo de Ramos a pasear entre Palios y Misterios en El Salvador o en La Amargura; pero, visto lo que hay y lo que puede haber, le habrá de faltar para la mayoría de actos a los que pretendía acudir. Y es que le ha sobrevenido una crisis. O un atisbo de crisis. O un aviso de ruptura. O un carajal, no sé, ya que a estas horas debe de estar redactado (y firmado) el decreto por el que retira a una de sus consejerías la competencia de asignación de viviendas –que viene a ser casi toda la competencia de vivienda– por mor de una acción políticamente desleal. La Consejería de Fomento y Vivienda entra en el saco operativo de su socio de gobierno, Izquierda Unida, y la encabeza una conocida incompetente de nombre Elena Cortés, antigua concejal cordobesa célebre por sus voces con altavoz contra el paso de una Cofradía por sus predios. De firmar o no ese decreto dependía una crisis de gobierno. Y su Semana Santa. Y por lo que se ve, lo ha firmado.

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