Perfil
Jimmie Åkesson, azote de la izquierda sueca y hostil a la inmigración
En los últimos 17 años, el líder del partido Demócratas de Suecia se ha convertido un grupo con tics neonazis en el segundo partido más votado y cuyo logo es una anémona azul

En los últimos 17 años, ha convertido un grupo con tics neonazis que respiraba por el lema «Mantengamos a Suecia sueca» en el segundo partido más votado y cuyo logo es una anémona azul. Ha sustituido la antorcha por la flor, aunque manteniendo los ... colores de la bandera sueca. A sus 43 años, con gafas y barba bien cuidada, cultiva la imagen de sueco corriente y gestor solvente. Nació en Solverborg, un pueblo de 9.ooo habitantes cerca de Malmö y es hijo de un empresario y una auxiliar de enfermería. En su camino hacia la gobernabilidad se ha distanciado de grupos violentos, apostando por una «tolerancia cero contra el racismo», ha renunciado al «Swexit» y se ha diferenciado de la clase política. «No como en otros partidos», ha sido su eslogan. Con esta fórmula ha captado voto trabajador, tanto desde las filas conservadoras como de las socialdemócratas. Su enfoque se resume en cero asilo, cero migración y plantar cara a cualquier orientación de izquierda, además de poner a los suecos étnicos siempre por delante. Sus propuestas en política exterior van desde deportaciones más estrictas hasta la abolición de la política exterior feminista y la cancelación de la cooperación al desarrollo. No quiere reducir los subsidios sociales, sino limitarlos a los ciudadanos suecos. Se suma a los moderados, los cristianodemócratas y los liberales en la idea de limitar las huelgas y los privilegios sindicales. También tiene la intención de abolir el llamado sistema de sindicatos de Gante. El seguro de desempleo en Suecia no forma parte del sistema de seguro estatal obligatorio y lo administran los sindicatos, lo que los convierte en un poderoso interlocutor. SD ha prometido desmontar ese poder en favor de los desempleados.
Åkesson siente, además, cierta fascinación por las democracias antiliberales en Europa, como Hungría, e insiste en una vigorosa lucha contra las organizaciones criminales, que la izquierda teme que se extienda a organizaciones no gubernamentales. Apoya la adhesión a la OTAN y está firmemente del lado de Ucrania. Sin embargo, el partido siempre ha tenido admiradores de Rusia en el pasado e incluso a Åkesson le resultó difícil elegir entre Vladimir Putin y Joe Biden en una entrevista de campaña. También en la radio sueca, en 2018, cuando se le preguntó si prefería la Francia de Macron o la Rusia de Putin, respondió que, si bien considera que el régimen de Putin es «agresivo e imperialista», no quiere tener que «elegir a un imperialista liberal de izquierda para ir por ese mismo camino a través de la UE». En cuanto algo le huele a izquierda, lo pone en su punto de mira sin perder la más mínima oportunidad. En lugar de limitarse a celebrar su éxito electoral, Åkesson arremetió el lunes después de las elecciones contra el «fracaso político» de los socialdemócratas, en respuesta a las acusaciones sobre los «vínculos con Rusia» de su partido y sus posibles implicaciones con la seguridad nacional. Citó la alta criminalidad de pandillas y los precios de la energía como dos ejemplos de que los socialdemócratas gobernantes, en el poder desde 2014, son «los culpables». «Las políticas socialdemócratas han hecho añicos la seguridad», dijo, y calificó los últimos ocho años de gobierno como «un fracaso político firmado por los socialdemócratas».
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