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Miguel de Unamuno, el viajero ibérico

Entre 1908 y 1935 el escritor y filósofo español viajó más de veinte veces a Portugal. Allí estableció grandes amistades y se enamoró de la cultura lusa y de la forma de ser de los portugueses. Para entender el personaje de Unamuno en toda su dimensión no se puede ignorar su paso por Portugal

Miguel de Unamuno, el viajero ibérico ARCHIVO ABC

BELÉN RODRIGO

El trabajo como miembro del consejo de administración de la Companhia das Docas do Porto e dos Caminhos de Ferro Peninsulares (propietaria de la línea Salamanca- Barca d ´Alva) permitieron a Miguel de Unamuno viajar con mucha frecuencia a Portugal. No recibía un sueldo por ejercer dicha función pero podía viajar gratis en el ferrocarril. Curiosamente son estas frecuentes escapadas al país vecino que realizó desde Salamanca que apenas aparecen citadas en las biografías del escritor y filósofo bilbaíno. «Según mis cuentas fueron cerca entre 25 y 28 viajes y únicamente dos de ellos fueron para pasar vacaciones con su familia», explica a ABC Agustín Remesal, periodista zamorano autor del libro «Por tierras de Portugal. Un viaje con Unamuno». Una lista de viajes resultado de su intenso trabajo de documentación en archivos, bibliotecas y hemerotecas de los dos países. Y tras sumergirse en el constante vaivén a ambos lados de la frontera que Unamuno ejerció entre 1908 y 1935, Remesal no duda en afirmar que «no se puede conocer el personaje Unamuno en toda su dimensión si no se conoce su paso por Portugal». En política, por ejemplo «él aprendió lo que era el republicanismo de la mano de Guerra Junqueira y toda la experiencia portuguesa durante los primeros diez años de sus viajes en el inicio del siglo XX», afirma el ex - corresponsal de TVE . «Y todo el debate republicano antimonárquico que hubo en Portugal lo trasporta 10 años más tarde a España cuando se enfrenta con el rey Alfonso XIII», añade. Y si hablamos de poesía, «no podemos entender la obra de Unamuno si no se conoce la de Guerra Junqueiro o la de Teixeira de Pascoaes.

Unamuno viajaba a Portugal en busca de tranquilidad, casi siempre en solitario. Su primer viaje sería en 1908, a Lisboa «para acompañar a la viuda de un escritor chileno», subraya Remesal, y su último viaje sería en 1935, también a la capital lusa, para un encuentro con escritores europeos. Entre medias, fueron sobre todo visitas a Oporto, donde anualmente tenía reunión del consejo de administración de la compañía de ferrocarril. También estuvo en Braga, Amarante, Barca d´Alva, Espinho, Aveiro, Viseu, Guarda, Buçaco, Coimbra, Figueira da Foz y Alcobaça. Unamuno «estaba enamorado de la cultura portuguesa y de la forma de ser de su sociedad. La tendencia suicida que viene de las saudades, la autodestrucción del portugués, ese sentimiento de pesimismo atroz que llevan dentro», destaca el periodista. Y no se puede olvidar que Unamuno «devoraba la literatura portuguesa». Fue sin duda el escritor europeo que mejor conoció Portugal en el inicio del siglo XX, que supo llegar a lo más profundo del alma lusitana. Existe influencia de Unamuno en los escritores portugueses de su época y viceversa. «Unamuno luchó como nadie para que la literatura portuguesa tuviese su lugar en Europa, fue un verdadero embajador de la misma en España.

Escritores portugueses

Manuel Laranjeira, Guerra Junqueiro, Sampaio Bruno son tres de los escritores portugueses que más influenciaron al rector de la Universidad e Salamanca. «Unamuno conocía muy bien la realidad literaria de la época y la divulgaba, se esforzó mucho por divulgar la literatura portuguesa en España«, afirma a ABC el editor João Paulo Cotrim quien considera que existieron muchos temas en común en la literatura de los dos países. «Hay un espíritu de época, a nivel de la intelectualidad, una gran reciprocidad y relación. Se establecieron relaciones de amistad y literarias, artísticas, hay nombres que hacen el puente entre los dos países», añade. Unamuno entró en la cultura lusa en medio de los escritores, «la tesis del pueblo suicida se identifica con Unamuno», subraya Cotrim. En su opinión, «Portugal ofrecía a Unamuno sabiduría alrededor de las saudades, la tristeza, el pesimismo y el mar». Así mismo «admiraba mucho una componente de los poetas portugueses de aquella época, eran muy escuchados, leídos, respetados, le gustaba la mezcla de poesía con acción».

Para el profesor y escritor portugués Carlos Carrança «Unamuno consiguió captar el alma del pueblo portugués. Al contrario de los turistas que ven las cosas catalogadas y rápido, él buscaba lo que las personas no veían y escuchaba a quien sabía». Carrança defiende que la idea que el poeta español tenía de Portugal «se debía, en un 75%, a Manuel Laranjeira, un genio poco conocido que Unamuno ayudó a eternizar». Cree que Unamuno «necesitaba Portugal como un suplemento, para entender mejor España. El sentimiento trágico de la vida de Unamuno necesitaba el sentimiento lírico de la vida portuguesa», resalta. Creó lazos de ternura con escritores portugueses, en especial por los que se suicidaron por amar demasiado su país

Miguel Torga admiró mucho a Unamuno tal y como expresó en sus librosCarlos Carrança es uno de los principales estudiosos de la obra de Miguel Torga quien buscó el pseudónimo de Miguel en Unamuno y Cervantes. «Torga aprendió con Unamuno a mirar al paisaje», explica el profesor. Torga y Unamuno tenían una gran diferencia de edad pero el portugués admiró mucho al español. «Torga no quiso conocer a Unamuno porque se quedó decepcionado al saber que venía al encuentro de escritores europeos invitado por Salazar. Torga decía que era mejor leer a los escritores que conocerlos», relata Carrança. Ambos «eran socialistas y murieron desencantados con el socialismo porque para ellos más que ideológico era moral. Y ambos se sentían una especie única», puntualiza. Tiene claro que muchos escritores y lectores portugueses han llegado a Unamuno por la admiración que Torga manifiesta por él en sus textos.

A día de hoy todavía queda mucho por estudiar de la relación de Unamuno con el país vecino y tal y como afirman todos los que conocen mejor esos viajes, una de las asignaturas pendientes es identificar la influencia literaria portuguesa en la obra de Unamuno.

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