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McCartney vuelve al laboratorio

El compositor reabre su filón más experimental en su nuevo álbum

McCartney vuelve al laboratorio

Quizá no sea casual que hace sólo una semana Paul McCartney anunciase en la BBC su intención de editar de forma oficial «Carnival Of Light», pieza improvisada y de largo metraje, grabada en 1967 por los Beatles para un festival electrónico y cuya salida al mercado ya vetó hace una década el resto de la sociedad formada por los antiguos miembros del grupo y sus herederos. A sus 66 años, el compositor británico vuelve a interesarse por la experimentación sonora y, a través de uno de sus seudónimos más célebres, The Fireman, lanza esta semana «Electric Arguments».

De la mano de Youth, ex bajista de Killing Joke y productor discográfico de cierto éxito, McCartney recupera un proyecto cuyas dos primeras entregas, fallidas, no pasaron de ser tardías aproximaciones al género de la electrónica de consumo y más bajo voltaje, dos aburridas colecciones de música instrumental -«Strawberries Oceans Ships Forest» y «Rushes»- que en los noventa vinieron a cuestionar la capacidad del genio creativo de los Beatles para no ceder al anquilosamiento y seguir sorprendiendo al público. A la tercera, sin embargo, va la vencida: «Electric Arguments» es un notable ejercicio de riesgo que, frente a la planicie de los anteriores entregas de The Fireman, muestra la vitalidad de McCartney para desafiar la inercia y completar un álbum de trece canciones, desiguales, en las que sucede casi de todo.

El disco fue grabado durante trece días discontinuos, sin apenas guión previo y, por primera vez en la breve discografía de The Fireman, con voces, elemento que destaca en un trabajo hecho de sonidos orgánicos y que, desde el agresivo blues que lo abre hasta la frágil balada sintética que lo cierra, representa la más atinada y hermosa producción de McCartney en mucho tiempo.

Baile de disfraces

Aunque la asociación de John Lennon con Yoko Ono revelase en los años setenta el lado más transgresor del autor de «Imagine», fue McCartney quien más empeño puso en ensayar nuevos lenguajes en la etapa final de los Beatles. En solitario, y además de firmar ambiciosas producciones sinfónicas, como «Liverpool Oratorio» y «Standing Stone», editadas la década pasada, McCartney ha ocultado su identidad con alias discográficos tales como Apollo C. Vermouth o Percy Thrillington, pero es The Fireman el que con mayor continuidad y de la mano de Youth ha utilizado para llevar a cabo proyectos ajenos a la definida marca comercial que para el público representa su nombre.

En «Electric Arguments», el creador de «Yesterday» trasladas las más sólidas y reconocibles estructuras del rock al estudio de grabación para, de nuevo, volver a improvisar y jugar con ellas y someterlas a un fructífero tira y afloja, ejercicio inesperado en un genio de su edad y digno de sus mejores ensayos recreativos.

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