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Ayuda a Argentina

Llegué a la Argentina desde España cuando era embajador en Buenos Aires el abuelo de Aznar. Era un viaje de estudios por seis meses, pero se prolongó en mi caso hasta el presente porque entré en el seminario y fui ordenado sacerdote. En aquel entonces, o poco antes, España sufría el aislamiento internacional y Argentina tuvo el coraje de romper el cerco con hidalguía, asistiendo generosamente a la madre patria. Me pregunto si ahora, invertidos los papeles, no le correspondería a España tener un gesto similar. Los sacerdotes debemos mirar todo «sub specie aeternitatis» (desde el punto de vista de la eternidad). Y la preocupación es que a todos alcance el mínimo de bienestar necesario para practicar la virtud (santo Tomás); esa virtud con la que se obtiene la eternidad. Más allá de los errores cometidos internamente en la Argentina, no es necesario ser muy sagaz para percibir que se la está tratando injustamente en el orden internacional. Y aquí la pobreza crece en forma desmesurada. Creo que España debe considerar a la Argentina como a una «hija» que atraviesa una dura crisis y debe mostrar, con todo el peso que tiene en Europa y en el mundo, que es una buena «madre».

Monseñor José Bonet Alcón.

Argentina.

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