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Homenaje a juanelo turriano

Un día como hoy, trece de junio, hace quinientos nueve años, murió en Toledo Juanelo Turriano. Nuestro Instituto de Educación Secundaria lleva su nombre y por este motivo queremos hacerle un homenaje, divulgando su triste historia. Juanelo fue un genio en su tiempo, reconocido en esta época como el mejor matemático, ingeniero y astrónomo. Realizó obras imposibles para los demás, trabajando al servicio de Carlos V y Felipe II. Terminó sus días a los 85 años arruinado y olvidado por todos.

En 1563, a sus sesenta y cinco años, Juanelo Turriano llegó a Toledo. Tenía un encargo de Felipe II, el mayor reto de su vida, aquel que desde el tiempo de los romanos nadie había podido solucionar: subir el agua del Tajo hasta el Palacio Real del Alcázar.

A sus 65 años era matemático mayor del Reino y relojero real con una renta vitalicia. No era rico pero su posición era acomodada. Tenía una gran fama en todo el Imperio y recibía innumerables consultas sobre resoluciones técnicas de temas muy variados: presas, canales, alcantarillados, acequias, fortificaciones, puertos. Participó también en la remodelación del calendario (del Juliano al Gregoriano) y ayudó a su amigo Juan de Herrera a resolver los problemas técnicos más complejos de las obras de El Escorial, el nuevo palacio de Felipe II.

¿Por qué un hombre de esa edad, con dinero y reconocimiento, se embarca en una empresa donde todos han fracasado? ¿Por qué invierte todo su patrimonio y se carga de deudas para pagar la obra, arriesgándolo todo? Tanto había gastado ya la ciudad de Toledo en el intento y tan arruinada estaba que no quiso financiar la obra que el rey quería realizar. Juanelo sabía que podía hacerlo y quería realizar la obra que nadie era capaz de hacer, aunque fuese pagándola de su bolsillo.

El 16 de abril de 1565 se firma el asiento y capitulaciones (un contrato) entre él y la ciudad; Juanelo se compromete a subir cierta cantidad de agua de manera constante a la explanada nordeste del Alcázar en un tiempo determinado. Una séptima parte del agua se usará en el Alcázar y el resto se distribuirá por la ciudad. Juanelo correrá con los gastos y pasados 15 días, la ciudad le pagará 8.000 ducados de oro, más una renta anual de 1900 ducados para su mantenimiento.

Juanelo cumple su parte. La primera subida de agua se produce el 23 de febrero de 1569, cuatro años después de empezar y tres meses antes del plazo fijado. Además sube un 50% más del mínimo pactado, un total de 17000 litros al día. Debemos tener en cuenta que la ciudad consumía 130.000 litros diarios.

La ciudad y el Rey no cumplen la suya. El agua del artificio se la queda toda el Alcázar, para las obras y para la corte; la ciudad de Toledo por lo tanto se niega a pagar lo estipulado. En medio queda Juanelo que gastó su dinero, se llenó de deudas y siguió manteniendo el Artificio hasta su muerte, sin cobrar por ello. Pasó el resto de sus días agobiado por los acreedores e intentando reclamar al Rey el dinero que se le debía. Tristes fueron estos últimos años sabiendo que había realizado la obra más grande y que su familia quedaría en la penuria con su muerte.

Muere quince años más tarde, arruinado, olvidado por todos, enterrado de caridad en el Convento del Carmen, al lado del Artificio que tantas alegrías y penas le había dado, acompañado de su familia y de un puñado de amigos.

Pero el Artificio, el Ingenio técnico más portentoso del siglo, continuó funcionando treinta años más, maravillando a todos los que pudieron verlo. Sólo la desidia y la falta de mantenimiento terminaron con él. Juanelo no fue hombre de corte, ni de adulaciones, ni de apariencias, sino de trabajo, de retos, de compromisos, de amigos. Él sabía que era un genio, no le hacía falta oírselo a los demás, aunque no le importase escucharlo.

Éste es el espíritu de Juanelo Turriano, éste debe ser el espíritu de nuestro Instituto: «Hacer las cosas como mejor sabemos, no por el beneficio que obtengamos por ello, sino por nuestra propia satisfacción y por el servicio que prestamos a los demás». Este es el espíritu que tiene nuestro Instituto, y que nosotros debemos inculcar a nuestros alumnos. Este es nuestro homenaje como toledanos y como portadores de su nombre.

Profesor del Departamento de Tecnología del IES «Juanelo Turriano»

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