El auge xenófobo
Los Países Bajos tienen este miércoles una cita con las urnas. Las trágicas circunstancias que han concurrido en la campaña electoral dan a la convocatoria unas características inéditas. Pym Fortuyn, el candidato en alza en todas las encuestas, caía asesinado la semana pasada, víctima de un hombre de ideas políticas supuestamente opuestas, pero no caracterizado hasta ahora por su violencia.
Tras los análisis apresurados de primera hora, queda claro que el execrable magnicidio ha puesto una vez más de manifiesto que se repite con demasiada frecuencia el simplista recurso de aplicar la etiqueta de «extrema derecha» a grupos políticos antaño marginales, que con frecuencia tienen poco que ver entre sí y nada con la derecha democrática de cualquier país europeo. Este polémico dirigente político, al que se ha presentado como filonazi, era en realidad un xenófobo, que no un racista, como se puede ver por la composición de sus listas de candidatos y de su electorado. Fortuyn había conectado con una capa de la sociedad holandesa, desgraciadamente creciente, entre la que se ha extendido el criterio de que no se puede permitir la entrada a todo el que quiera llegar legalmente y asentarse, sino que esta inmigración debe ser regulada con mayor rigor.
Los partidos tradicionales holandeses se enfrentan esta semana a una amenaza a la democracia liberal que se está extendiendo por toda la Unión Europea. Amenaza de grandes proporciones porque en muchos países se añade un ataque a la democracia parlamentaria a las críticas que se hacen al sistema por los fallos que pueda contener. Y la solución sólo puede darse mediante un estricto respeto a los valores democráticos sobre los que se fundan los regímenes de todos los países integrados en la UE. Holanda acude a las urnas conmocionada por el magnicidio y ésa no es la mejor circunstancia para reflexionar -aunque el primer ministro, Wim Kok, hizo bien en no aplazar los comicios para no dar triunfos suplementarios al criminal-. El resultado de la List Pym Fortuyn puede verse favorecido por el trauma creado; aunque el futuro de una lista tan personal es dudoso en ausencia de su jefe único, los problemas que la generaron seguirán y la clase política debe apresurarse a hacerles frente. Cuanto más tarden, más fácil será a cualquiera de los herederos putativos de Fortuyn alzarse con el santo y la limosna.
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