Algo escaso de Ozu y nada de Antonioni

11/09/2004 a las 12:18h.

Aún quedaba una película a competición por salir, la del prestigioso director chino Hou Hsiao-Hsien, titulada «Café Lumiere» y que era un confesado

homenaje al director japonés Yasujiro Ozu. Y encuentra el modo de aparentarse Ozu mediante un delicado empleo del encuadre, de la luz y del movimiento interno de sus planos quietos, bajos y esponjosos. Rueda además Hou Hsiao-Hsien en Tokio y en el tono narrativo y espiritual de Ozu, y por supuesto mira del mismo modo

y hacia el mismo lado: la mujer, su familia, su respirar cotidiano y lo que esconden todos esos personajes en los bolsillos. Todo eso está ahí, en «Café Lumiere», pero... no le ha cabido o no ha

encontrado ese rastro de humanidad, de cercanía, de plenitud que tiene el alma de los personajes de películas como «El sabor del sake» o «Primavera tardía» o la propia «Cuentos de Tokio». Por así decir, Hou Hsiao-Hsien encuentra el Tokio de Ozu y lo borda, pero le falta sitio o talento para unos personajes con

los que hacerse íntimos. Fuera de competición se presentaba «Eros», una película confeccionada con tres cortometrajes: de Wong Kar-wai, de Steven Soderbergh y de Michelangelo Antonioni. La gran actuación de los organizadores de la Mostra consiguió que un rollo de otra película (una de peleas) se mezclara con esta declaración de amores de estos tres cineastas: hubo escándalo y parón y juerga flamenca. A pesar del patinazo, se pudo ver una pequeñna obra maestra de Wong Kar-wai, en el lugar y el tono romántico de «In the mood for love» o «2046» con una Gong Li completamente derramada de melancólico erotismo en la pantalla. También la pequeña broma filmada por Soderbergh y, lamentablemente, el corte de la proyección no se llevó por delante el ejercicio vacío y rutinario de Antonioni titulado «El hilo peligroso de las cosas» y hecho en 2001. En fin, como si no lo hubiéramos visto: nos quedamos con lo último de Antonioni, que seguirá siendo «La mirada de Michelangelo».