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Cantamos contigo

En el momento preciso, el de mayor deterioro de la ficción española, cuando los procesos industriales de las productoras imponen un asfixiante esquema folletinesco a sus relatos, en plena ebullición de las telenovelas encubiertas, TVE se deja de tonterías y mascaradas y decide estrenar un culebrón con pintas, un serial de pureza extrema, doble cero, que exhibe, orgulloso, todos los vicios del género: una historia de amor imposible, realizada con una escasez de medios tan evidente que roza el alarde; iluminada y fotografiada de forma salvaje, sin apenas exteriores; interpretada con tosca velocidad por un reparto de secundarios y cuyo guión es premeditadamente primario, hasta rozar la caricatura. Una maravilla. Y encima los actores cantan y bailan -como buenamente pueden, sin asomo de vergüenza- añejas y populares piezas del repertorio musical de la Nueva Ola española.

Se llama «Paco y Veva», pero podría llevar como título «Romeo y Julieta», «La Dama y el Vagabundo», «La Cenicienta» o cualquiera de los que han encabezado las innumerables variaciones sobre el mismo argumento facturadas por la industria del entretenimiento desde el siglo XVII a esta parte. Es un entrañable e irresistible juguete que de inmediato seduce por la simplicidad de su contenido y la valentía de sus formas, una provocación explosiva que estalla en los mismos cimientos de esa televisión acomplejada, provinciana y con ademanes de gran ciudad que soportamos. Con «Paco y Veva» la Primera ha hecho lo más difícil de lo más sencillo, o quizás al revés, lo mismo da: trasladar a la franja de máxima audiencia -ahora sin imposturas- una de esas tremendas y bien trazadas historias de amor que llenan, desde hace años, las horas muertas de su sobremesa.

La cadena pública, responsable del artefacto, ha evitado ciertos elementos, característicos del culebrón, como el plano corto, apenas utilizado, y esos temibles efectos sonoros que acentúan el dramatismo de las escenas culminantes de las telenovelas al uso; en cambio, ha impregnado de humor escolar y nostalgia musical la corteza que lo rodea. El primer episodio de «Paco y Veva» barrió la noche del pasado jueves, quizá al aprovechar el nicho de «Cuéntame» y ser emitido sin cortes publicitarios, pero la autenticidad de su planteamiento es una invitación a ese amor imposible, de serial venezolano y chévere, que puede llevar al espectador más puesto a quedarse prendado, porque sí, de la chica más humilde de la pantalla. El reto ahora es conservar, sin añadidos, tan deliciosa, encantadora y cutre ingenuidad.

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