Más puntos y menos elogios
Buen arranque blanco ante un rival muy cerrado que aprovechó luego el bajón madridista para estirarse y tomar ventaja. Higuaín, Benzema y CR remontaron
Más puntos y menos elogios para el Madrid. El caso es que tanto Pellegrini como Puntilloso tienen razón. Ah, perdón; les presento a Puntilloso... Puntilloso —así firmaba— es un lector cortés que nos matizó el término psicológico «resiliencia» (capacidad de superar obstáculos) aplicado al Madrid. Precisa Puntilloso que «resiliencia» es palabra inglesa, y propone la española «temple». Lleva razón. Además, aquí no hacemos tratados de psicología sino apuntes de fútbol, y el Madrid lo tiene (temple, quiero decir). Y a Pellegrini la razón le asiste al sorprenderse de recibido más elogios por una derrota que por «las doce victorias anteriores». En efecto: lo de Barcelona no fue para tanto. Buen partido, sí; más, no. La fraseología restante vino del hiperbolismo colectivodestilado en tales ocasiones.
La referencia ideal no es la noche del Camp Nou, sino el primer tiempo de Milán. Sigue pendiente ese alarde en el Bernabéu, pero pareció que se cumpliría en el arranque ante el Almería. Fueron minutos vivos, con ritmo y pronta exigencia a Alves. Para este saludo el Madrid se desplegó con un esquema distinto. Xabi Alonso fue el único medio centro —lo agradeció con un buen rendimiento—, y delante de él formaron Granero, Van der Vaart y Marcelo, más Cristiano e Higuaín arriba. Denso dibujo.
La bota de Cristiano no es ahora un artefacto mortífero. Como en Barcelona, tuvo una oportunidad nítida y volvió a tirar contra la masa del portero. Un remate impropio. Después hizo lo mismo Granero, que alternaba su pródiga actividad con la retención de la pelota. Más expeditivo fue Van der Vaart, que apuró a Alves varias veces, regaló otra de sus sedosas paredes de tacón y recordó, en suma, que uno de los fracasos del Madrid ha sido no aprovechar su nómina holandesa.
Decayeron el brío y el juego, pero Ramos firmó con un gol su constancia adicional en ataque cuando el ambiente amenazaba ya reprimenda de la grada. Su salto fue formidable: se elevó a la vez sobre la defensa y sobre la curva descendente del partido.
Del Almería de Hugo no había noticias, pero de repente se atrevió a dejar un titular: adiós a la hipérbole blanca. Volvió el Madrid desinflado, creció el contrario y hubo un par de contras: el pasmoso 1-2. Con el Almería en ventaja, la noche derivaba una vez más hacia el fútbol personalista y la ansiedad general, pero ahí reclamó su hora el temple del amigo Puntilloso. Para el Madrid, no para Cristiano, más febril que templado. Al final le calentó el cuello Ortiz y él replicó subiendo unos grados. Se había quitado la camiseta al marcar el 4-2 (tarjeta amarilla), y fue un viaje caro de la desnudez al ardor, pues le costó la expulsión. Antes, le paró Alves un penalti, pero Benzema en el rechace hizo el 3-2, tras el 2-2 de Higuaín.
Pellegrini podrá seguir sorprendiéndose: otra victoria que repele los elogios.
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