HE AQUÍ UNA BAILAORA: LA MONETA
MANUEL RÍOS RUIZ
Siempre es satisfactorio comprobar en el arte flamenco que aparece savia nueva. Así ocurre contemplando bailar a Fuensanta La Moneta, una joven de poco más de veinte años, que ha dejado de ser una promesa para convertirse en una bailaora de rompe y rasga, en una bailaora frenesí, temperamental, sentidora de su quehacer gustoso, prodigiosa en los zapateados, tensa en el braceo, que busca por la intensidad el lucimiento. Y lo consigue con amplio repertorio de posturas, mudanzas, escobilleos, paseíllos y replantes, tanto en los giros festeros como en los dramáticos.
La herencia de Camarón
Con la estatura justa y la cintura de junco, vestida a la manera más tradicional, La Moneta se nos presenta como una bailaora a la antigua usanza, de tablao, en una palabra. Nos recuerda por su tronío a La Chana o a La Tolea, a bailaoras de fuste de otros tiempos, de aquéllas que perdían los peinecillos y los claveles reventones, derrochando coraje sobre las tablas. Y es que a veces gusta revivir viejos tiempos. La Moneta, granadina ella y del Sacromonte, estuvo muy bien jaleada por sus cantaores -A. Campos, El Pulga y J. Valencia- y superiormente servida por sus guitarristas: M. Iglesias y J. Requema. De modo que... ánimo y adelante con los faroles. El público la aplaudió con entusiasmo y largamente.
La segunda parte de la cuarta noche gitana, corrió a cargo del cantaor Duquende, el más acusado epígono de Camarón de la Isla. Chicuelo, con su peculiar toque vorágine, su lució acompañándole desde los tarantos iniciales hasta la siguiriya de la propina, pasando por alegrías, bulerías, tangos y fandangos. Y fue en los fandangos donde Duquende, que derrochó continuamente entrega y desgarro -siempre cantando en la misma tesitura-, se rompió con más sentido artístico. Por cierto, el cantaor catalán «dijo» ese fandango de El Rubio, que grabó Camarón: «España tiene una bandera/ hecha de sangre y de sol./ El día que no la quiera/ yo no sería español/ sino de una nación cualquiera». O algo así. ¿Significativo? La tanda fandangueril la remató por el estilo de El Gloria. Naturalmente, el respetable le tributó una ovación redonda.
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