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Salta a una finca a recoger flores y lo cornea un toro hasta matarlo

La trágica muerte del vecino Carlos Pereira, cuyo cadáver fue hallado ayer con numerosos signos de ensañamiento a consecuencia de las cornadas que un toro bravo le asestó en la finca de La Navazuela, consternó ayer a vecinos y ganaderos de El Escorial. La víctima salió a coger flores silvestres.

Finca La Navazuela, donde la víctima entró sin ver a un toro sesteando. Telemadrid

MADRID. Este vecino, albañil de profesión, había salido de su casa el pasado domingo por la tarde, para buscar un ramo de flores silvestres para su mujer, según contó un amigo y vecino del fallecido. Un paseo que hacía de forma habitual ya que era un gran amante de la naturaleza y le gustaba recoger los frutos del campo, como puedan ser lupios y setas. Pero llegada la medianoche Carlos Pereira no regresó a su casa, por lo que su familia denunció su ausencia a la Guardia Civil e iniciaron su búsqueda por los sitios habituales por donde solía pasear.

Alrededor de las siete de la madrugada un familiar que participaba en su búsqueda encontró el cuerpo sin vida de este vecino. Al parecer, Carlos Pereira paseaba por el camino de Las Cebadillas, cuando se introdujo en la finca de La Navazuela. Tenía conocimiento de la presencia de ganado bravo, según coinciden vecinos y propietarios de la finca. Sospechan que Carlos comprabaría que no había reses cerca y luego saltó el muro.

La hierba, muy crecida, no le dejó ver que un toro se hallaba tumbado cerca. La res embistió a Carlos, asestándole numerosas cornadas, que le causaron la muerte. El envite fue tan fuerte que según informó la Guardia Civil a los familiares y amigos más íntimos, se encontraron restos de los enseres que portaban en un radio de cerca de 30 metros.

Una trágica muerte que pone de manifiesto el riesgo que conlleva meterse en una finca de ganado bravo, que está vallada con un muro perimetral de piedra y alambre sobre la misma, además de los carteles advirtiendo de la presencia de este ganado. Una de las propietarias de la finca, M. Mayoral, que no podía dar crédito a lo sucedido, explicó que últimamente se había producido un intrusismo en La Navazuela por parte de motoristas, ciclistas y excursionistas que hacen caso omiso de los avisos y se dedican a recorrer los caminos de la explotación.

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