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«Los padres queremos modificar las conductas de nuestros hijos en lugar de llegar al origen del comportamiento»

Isabel Cuesta y Daniel Pérez organizan el I Fórum Educa en Positivo para que familias y docentes sean capaces de transformar la educación

Una Madre Molona y Marido: «El castigo con los hijos es un acto de venganza»

Isabel Cuesta y Daniel Pérez, organizadores del evento
Ana I. Martínez

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Madrid acogerá el 1 de junio el I Fórum Educa en Positivo. Expertos en Neurociencia, Psicología y Educación Positiva se darán cita en el Colegio Alameda International School para ayudar a las familias en una tarea tan laboriosa como exigente y agradecida: la educación de los hijos.

«En un momento donde los datos de salud mental en infancia y adolescencia son alarmantes, es urgente lanzar un mensaje de esperanza y poner el foco en la prevención», aseguran Isabel Cuesta y Daniel Pérez, fundadores del proyecto Educa en Positivo y organizadores del evento. «Está demostrado que la educación positiva ayuda a que nuestros hijos e hijas crezcan con buenas herramientas para su vida como la empatía, el criterio propio, la capacidad de ser resolutivos, la responsabilidad, así como favorece el desarrollo de sentimiento de comunidad, una de las claves para disfrutar de una autoestima alta», aseguran.

Ellos, no estarán solos. Le acompañarán Alicia González, psicóloga y madre que ayudará a los asistentes a entender la culpa que muchas veces se desprende de la maternidad y la paternidad; María Couso, experta en neuroeducación y madre de dos niños, aportará aval científico sobre el uso de castigos y premios en la educación; y el psicólogo Alberto Soler, padre de familia numerosa, abordará la importancia de educar sin etiquetas.

Al foro pueden asistir familias, docentes, terapeutas y cualquier profesional que se relacione con niños. Y no hay excusa: el evento también podrá seguirse vía online.

¿En qué consiste educar en positivo?

Aunque la evidencia científica de la disciplina positiva está ya más que demostrada, son muchos los adultos que no saben poner en práctica esta nueva forma de educar porque «seguimos arrastrando patrones de nuestra infancia que nos impiden conectar con nuestros hijos y caemos en querer modificar las conductas, en lugar de llegar al origen del comportamiento para actuar desde la raíz», explica Cuesta.

Por su experiencia, Cuesta asegura que en el día a día hay «dos estilos educativos muy marcados: el autoritarismo (el adulto intenta controlar al niño y modelarle según sus deseos y expectativas) y la permisividad (el niño no está entrenado para entender y respetar las normas y que resulta bastante nocivo para la familia y para la sociedad). La sobreprotección también ha ganado protagonismo y es otro de los grandes problemas que nos encontramos hoy en día».

La clave está en entender que los niños de hoy son los adultos del futuro. Por ello, Pérez recuerda que «no debemos olvidar que, como ser social, vivimos en comunidad y uno de los principales objetivos ha de ser preparar a nuestros hijos para la vida, aprender a respetar los códigos de convivencia mirando por el bien común y huir del individualismo, tan presente en la sociedad actual». Y frente a los que muchos pueden pensar de que la educación en positivo va asociado a una permisividad absoluta, en realidad «propone un estilo equilibrado que tiene en cuenta las emociones y las necesidades de la infancia, sin olvidar la de los adultos», explica Pérez. «Se trata de dinámicas -continúa- que procuran un ambiente más sano y donde cada reto del día a día, lejos de enfocarse como un problema, es una oportunidad de aprendizaje para toda la familia, que actúa más como un equipo y no como un campo de batalla».

Trabajo en equipo

Ese campo de batalla, precisamente, resulta agotador. Las broncas, los gritos y las discusiones porque «no quiero bañarme», «no quiero ponerme a hacer los deberes», «déjame en paz», etc. es algo que ambos expertos conocen muy bien. «No solo lo hemos vivido con nuestros tres hijos, sino que hemos acompañado a miles de familias que, introduciendo pequeños cambios, han podido comprobar los beneficios de la educación positiva, reduciendo las luchas de poder y aumentando el sentimiento de comunidad», recuerdan ambos.

La clave, continúa Cuesta, «es que los adultos aprendamos a descifrar qué nos está comunicando nuestro hijo o nuestra hija con su comportamiento, así como atender a nuestras propias emociones y aprender a regularnos. A partir de ahí, el reto es entrenarnos para convertirnos en los guías que nuestros hijos necesitan y asumir que nos vamos a equivocar muchas veces, pero que el error forma parte del aprendizaje».

El objetivo final es crear un ambiente en el que los menores «puedan aportar ideas, donde sientan que su contribución es necesaria, donde no teman al error y sepan buscar soluciones. Esto será lo que realmente les ayude a prepararse para la vida, donde no todo va a ser lineal, divertido, fácil y cómodo», dice Cuesta, Máster en Psicología Adleriana.

Los progenitores, al final, sólo quieren hacerlo bien. «Vemos que existe una gran preocupación por ser buenos padres. Pero el exceso de información genera mucha confusión y desinformación», asegura Pérez.

«Nadie dijo que ser padres iba a ser tarea fácil. Pero ¿qué hay en esta vida que realmente merezca la pena y que se consiga de forma fácil y rápida? Tener hijos puede suponer una gran revolución interna, nos remueve y despierta muchas emociones en nosotros. El mensaje que se transmitirá en el FORUM es que las familias no estamos solas, que existe otra forma de relacionarnos y que podemos mejorar el mundo si invertimos tiempo y esfuerzo en aprender a relacionarnos de otra forma. Así podremos transmitir valores y principios sólidos a nuestros hijos, desde el ejemplo y no desde la imposición. El cambio empieza en cada uno de nosotros, los niños nos esperan para que les dejemos el mejor de los legados», concluye Cuesta.

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