Así ayuda el teatro a que profesores y alumnos mejoren en el aula

«Al final, en el aula se hace un poco de teatro. Quiero decir, tú (docente) 'actúas' ante un público (alumnos) e influye cómo hablas, la dicción, cómo proyectas tu voz, lo que dices y cómo... Recuerdo que cuando hice el Máster de Profesorado me dijeron que una de las claves es que cuando te enfadas, tienes que hacer que te enfadas de verdad», comenta Laorga. Para esta docente, coger ideas nuevas que le ayuden a amenizar sus clases fue una de las razones por las que decidió hacer este taller, así como mejorar su dicción y proyección de la voz. «Los profesores sufrimos mucho de las cuerdas vocales», subraya.

El equipo pedagógico de la Sala Cuarta Pared enseña a los asistentes a tomar consciencia de la herramienta corporal y vocal para ampliar conocimientos y mejorar. También les enseñan a utilizar técnicas extraídas de la enseñanza del teatro que se pueden aplicar como estrategias de aprendizaje en cualquier asignatura y grupo de edad. Todo ello con el objetivo de mejorar la enseñanza en cualquier asignatura captando la atención del alumnado, estimulando su capacidad de comprensión e involucrándole en la clase de un modo activo y dinámico desde una tarea más grupal y menos individualizada.

«Muchas de las cosas que emanan del teatro se puede llevar al aula de trabajo en cualquier asignatura», asegura David Fraile, director pedagógico de la Escuela, coordinador y diseñador del curso, además de uno de los profesores que imparte el taller. «El teatro se hace siempre en equipo y nosotros trasladamos a este taller todos esos sistemas de trabajo para que el alumno sea consciente de la importancia de trabajar en conjunto y de integrarse en el grupo con un fin común. En definitiva, trabajamos mucho con estrategias de cooperación», explica.

Más allá de la adquisición de conocimientos, el cumplir con los objetivos marcados en el currículo escolar, puntuar al alumno o hacer exámenes, que son labores que el profesorado no puede dejar de lado, «tratamos de que el profesor disfrute en el aula porque tenemos que ser conscientes de las dificultades específicas que tienen estos profesionales, del estrés al que están sometidos -subraya Fraile-. Trabajar con ellos es para nosotros muy importante porque son grandes responsables del conocimiento que transfieren a nuestros jóvenes y niños. Consideramos que es muy importante que tengan ayuda, reforzar su formación pedagógica y cuidarles».

En ello coincide la profesora de Secundaria: «Todos los profesores vamos corriendo durante todo el curso porque tenemos que cumplir con los objetivos. Pero creo que es fundamental parar un poco, romper con ese estrés que nos acompaña siempre e intentar aplicar lo que se nos enseña en el taller. No es fácil pero trabajar de esa otra manera tu voz, los gestos, tu forma de moverte en el aula o introducir otras ideas más teatralizadas, es fundamental». Laorga reconoce que aunque este curso no ha podido aplicar todo lo que aprendió, tiene todas las ideas apuntadas en su lista de tareas pendientes para el curso que viene. «Espero poder hacer con ellos cosas nuevas como, por ejemplo, que apliquen el teatro y sepan adaptar las explicaciones de la asignatura para que las entiendan mejor», comenta.

Trabajar en grupo es una realidad educativa que muy pocos son capaces de ver y de aprovechar. «El profesor tiene que ser capaz de visualizar ese grupo y saber qué hacer con él. En ello interviene la creatividad o la imaginación del docente, capacidades que todos tenemos de manera innata desde que nacemos pero que vamos a perdiendo a medida que cumplimos años», recuerda Fraile.

En el taller, los profesores juegan, trabajan la expresión corporal y vocal, memorizan cosas, hacen pequeños retos en grupo, trabajan la mirada... «Un profesor no deja de ser un actor», recuerda el director pedagógico, que subraya, además, cómo «los profesores viven una situación preocupante en un ámbito muy frágil por la relación con el alumnado. Sobre todo con los adolescente, que suelen ser más resistentes. Siempre hay un poco de ansiedad en la búsqueda de fórmulas rápidas y efectivas que estimulen al adolescente para que aprenda rápido. Sin embargo, los chavales se encuentran en un proceso de desarrollo difícil y confuso». Y es que es la adolescencia una de las etapas que los asistentes a este taller más preocupa.

En definitiva, «se trata de variar aspectos muy concretos en el aula y tratar de establecer un nuevo vínculo entre alumno y profesor para que ambos tomen parte de un nuevo escenario pedagógico porque no es lo mismo proyectar un mapa geográfico y que el profesor hable y hable a que ese mismo mapa se realice con cada alumno que componga la geografía con diferentes materiales (cartulinas, papeles de colores, etc.) o enseñar con oratoria las partes sintácticas de las oraciones», ejemplifica el responsable de la Escuela.