Pedro Sánchez, en busca de otra oportunidad

Seguro que este resultado va a dar mucho que hablar internamente, en particular ese dramático cuatro puesto del PSOE en Madrid, pero anoche no había en la sede de Ferraz hueco para la preocupación inmediata. O eso parecía. Tampoco una euforia desmedida . Simplemente satisfacción.

Los movimientos contra el líder socialista empezaron casi el mismo día en que fue elegido porque la presidenta andaluza, Susana Díaz, y los barones que le auparon a la Secretaría General del PSOE en julio de 2014 veían con malos ojos su excesivo protagonismo personal en detrimento de la sigla. Sus sospechas se confirmaron en el primer Comité Federal de la nueva Dirección, cuando Sánchez soltó que quería ser el candidato a La Moncloa; algo que Díaz y el resto no habían pactado con él en las conversaciones previas que le facilitaron los avales. A partir de ese momento y, paradójicamente, Sánchez comenzó a apoyarse en los dos barones que más explícitamente habían apoyado a su rival en primarias, Eduardo Madina, los presidentes de Asturias, Javier Fernández, y Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Ambos se resistieron a distanciarse de Sánchez, como sí hicieron el hoy presidente valenciano, Ximo Puig, y el castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el secretario general del PSM, Tomás Gómez.

Pero lo que verdaderamente marcó un punto de inflexión en la relación de poder interno fue la destitución por sorpresa de Tomás Gómez el 11 de febrero de 2015. Hasta la caída de Gómez, la andaluza contaba con el PSM y el PSPV de Ximo Puig como aliados estratégicos seguros contra Sánchez tras un eventual mal resultado autonómico y municipal el 24-M que no llegó. A decir verdad, a Díaz se le había empezado a complicar todo mucho antes: el mal resultado en las elecciones andaluzas en marzo (las adelantó un año para ganar estabilidad y ahora el Parlamento autonómico y su mayoría están más fragmentadas) hizo que su rumoreado «desembarco» en Ferraz fuera perdiendo fuerza. Esas circunstancias no han retraído en absoluto los apoyos de quienes le son más fieles, como el expresidente Zapatero , muy enfrentado a Sánchez desde que decidió criticar la reforma del artículo 135 de la Constitución para blindar el pago de la deuda.

Ahora, habrá que ver si esos 91 escaños llevan a ese sector a realizar movimientos o la fragmentación se convierte en el aliado del joven líder socialista para mantenerse en un escenario en el que nadie -salvo Podemos - puede hablar de buenos resultados. Sánchez tendrá que afrontar un congreso difícil, pero, por lo que pudiera pasar en estas elecciones, internamente ya ha dicho reiteradas veces a los suyos que a él le eligieron los militantes el 13 de julio de 2014 - Pedro Sánchez (62.447 votos)/Eduardo Madina (46.439) - y serán estos quienes decidan su continuidad o su relevo en el XXXIX Congreso Federal, que se celebrará en primavera. Y seguro que va a hacer valer el 22,1% de voto, aunque sea mucho menos que el de Rubalcaba.

Su gran rival, en caso de que haya un movimiento interno para relevarle, será, sin duda, Susana Díaz . Es lo que espera de ella una parte del partido, la más crítica con el actual líder, después de que, en junio de 2014, antes de que Pedro Sánchez diera el paso, ya dijera no a la secretaría general.

El PSOE sigue hoy con una situación muy delicada, con el peor resultado de su historia y en riesgo cierto de dejar de ser un partido de gobierno nacional, pero la presidenta andaluza se pensará mucho dar ese paso en primera persona. Si no fuera ella, en el nuevo Grupo Parlamentario Socialista sobresalen dos nombres: el exlendakari Patxi López y la exministra Carme Chacón , que ya en 2011 intentó liderar el partido pero perdió el 38 Congreso ante Alfredo Pérez Rubalcaba

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