Nadal vuelve a creer

Dos opciones de rotura salvó Nadal en el primer juego. Otras dos intentó levantar en su siguiente servicio, pero no pudo con la tercera. Tres más escollos en el quinto juego. La contundencia con la que golpeaba Nishikori rememoraba aquella final del Mutua Madrid Open en la que solo una lesión de espalda impidió que el japonés superara al español con claridad.

Sin embargo, podría decirse que el balear ganó el partido en ese quinto juego. A partir de allí dejó de sufrir y se convirtió en la máquina demoledora que recordaba batallas pasadas, y ganadas. Agilidad en las piernas, golpes contundentes, claridad de ideas . Una combinación explosiva con la que logró su primera opción de rotura para igualar la contienda. Lo logró. Después, gritos de «vamos» y puños cerrados al viento para encauzar el primer set. Si ante Alexander Zverev había recuperado la épica, contra Nishikori regresó a la versión de sí mismo que necesita para su confianza .

No tuvo necesidad de sacar con potencia, los ángulos y los efectos desequilibraron a Nishikori desde el primer golpe y las derechas invertidas encontraban el camino del punto con velocidad y colocación. La dinámica positiva se mantuvo en el inicio del segundo parcial. Encontró la vía para ganarse otro break en el segundo juego, lo que provocó más contundencia en la mirada de Nadal y más dudas en la de Nishikori. Apabullado por las circunstancias, incapaz de ver con antelación los movimientos del español, el japonés llegó a tirar la raqueta fruto de la frustración. Es lo que consigue de sus rivales el Nadal de los mejores momentos, el Nadal de ayer.

Tan al alza su confianza que se ganó al resto la posibilidad de un 4-0 y un 5-1. Nishikori aún tuvo un último intento de remontada, muy tímido. Porque ni siquiera el resbalón de perder su servicio en el séptimo juego frenó el ímpetu de Nadal. Recuperó el break y cerró un puño con sabor a victoria. Una que le da el pase a la semifinal. Una que recuerda tiempos mejores. Por fin.