Ferrer tumba a Nadal sobre tierra, diez años después

Desde aquel Stuttgart 2004, Ferrer siempre había caído en la arena ante el balear. Pero se encontró en Montecarlo con una estrategia que funcionó: a las líneas de fondo, profundísimos golpes al revés y arrinconar al rival que se encontró atorado y sin posibilidad de escape. Así, atacando desde los restos que se confundían con ataques, Ferrer logró un primerísimo break para ponerse con ventaja con 2-0. Y, después, el espectáculo. Dieciséis minutos de combate exhaustivo, atroz, imperial. Siete veces tuvo Nadal que ganarse la ventaja para llevarse el juego a su favor. A cada derecha liftada de uno, respondía con más fuerza las invertidas del otro. Los puntos, alargados hasta el extremo, fueron buen ejemplo de que no son los mejores sobre tierra por casualidad. Cada defensa constituía a continuación un mejor ataque, cada milímetro cedido era un error garrafal.

Nadal, sin embargo, no pudo asegurar la rotura porque sus saques, inseguros y faltos de mordiente, se atascaron en demasía. Perdió sus dos primeros servicios -uno de ellos ocn una doble falta final- y tuvo que vengar la pérdida de ventaja a través de los restos. Con cuatro breaks seguidos el partido cayó en ritmo. Exhausto, Ferrer confió en su estrategia. Tanto golpeó al revés de Nadal que este se deshacía en errores con el paralelo y con su derecha. El balear es de los mejores tenistas cuando no juega bien. Y este partio no iba a ser la excepción. Jugó demasiado atrás, sin capacidad de reacción cuando los golpes de Ferrer limaban las líneas de fondo, perdido con el saque y sin derechas ganadoras. Y aún así, el primer set se decidió al tie break.

Una muerte súbita sin historia porque todos los fallos que había intentado tapar el balear durante los juegos anteriores, salieron en tropel. Malas derechas y peores servicios que se certificaron con un 7-1 a favor de Ferrer. Los dientes del alicantino mordieron la toalla. Aprendida la lección de que con Nadal toda ventaja es insuficiente, mantuvo la cabeza muy fría, suficiente para jugar sus bazas con el empate a 1. Otra vez un bajón de Nadal, incómodo sobre sus golpes, permitió a Ferrer llevarse el break. "Ahora", se gritó. Era el momento de atacar, aunque el zurdo todavía tenía ciertos recursos en la recámara que utilizó para acercarse al 2-3.

No surtió demasiado efecto porque Ferrer se mantuvo constante en sus tiros larguísimos hacia el revés del rival. Y sus piernas lo llevaban de lado a lado contestando lo que sólo él puede hacer. Se encontró con un segundo break y un comodísimo 5-2 y saque. El miedo, las inseguridades, la dificultad que tiene siempre cerrar un partido pudieron entonces con él. Recién cumplidas sus 300 victorias sobre tierra , sacó Nadal de donde pudo las ansias de sumar la 301. Enfervorecida la grada porque el balear parecía resurgir de sus cenizas, como en tantas y tantas tardes. Supo hacer daño desde el resto y el partido se mantuvo en vilo dos juegos más.

No se dejó sorprender Ferrer en su siguiente oportunidad de lograr la victoria con su saque. Diez años después, es David el que derrota a Nadal. Y el que jugará las semifinales contra Stanislas Wawrinka.