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Carlos Moyá: «Ponerte el chándal de España te produce un escalofrío»

Debuta como seleccionador en Alemania a partir de mañana, una eliminatoria muy incómoda y aún más sin Nadal y Ferrer

Carlos Moyá: «Ponerte el chándal de España te produce un escalofrío» efe

enrique yunta

Carlos Moyá (27 de agosto de 1976) se estrena este fin de semana como capitán de la Copa Davis, seleccionador de la otra España que se enfrenta a Alemania sin sus principales estrellas. No están ni Nadal ni Ferrer y Moyá, que siempre ha adorado ... esta competición, tiene en Frankfurt a Feliciano López, Roberto Bautista, Fernando Verdasco y David Marrero. Él, primer número uno del país, tenista hasta hace nada, es ahora el que da consejos desde la silla.

—¿Cómo se lleva estar al otro lado?

—Muy bien, me siento muy cómodo, hay muy buena sintonía en esta primera semana. Es una sensación diferente, vengo con la intención de aportar mi experiencia, de dar ánimos y de transmitir a los jugadores. Quiero quitarles la presión, es lo que me he propuesto estos días. Hay que hacer bien las cosas y que la victoria sea la consecuencia de eso, de haber trabajado bien.

—¿Qué hace un capitán de la Copa Davis?

—Gestionar. Lo principal es gestionar a un equipo, estar cerca de los jugadores y de todos los componentes de la selección. Es muy importante conocer a los jugadores y yo tengo la gran ventaja de haber jugado contra ellos, he compartido muchos años en el circuito con la mayoría. Como capitán, sé lo que tengo que exigir y sé que tengo que darles su espacio, pero todos están muy receptivos. La Copa Davis es distinto a todo y aquí se sale de la rutina, es una semana diferente. Todos nos tenemos que adaptar a las circunstancias y yo he de ser abierto y he de transmitirles el compromiso que hay.

—Precisamente por esa condición de amigo antes que de entrenador, ¿cuesta dar órdenes?

«Mi norma es que no hay normas. No soy mucho de dar órdenes, prefiero el diálogo»—No, no me cuesta nada. Pero más que dar órdenes, se trata de llegar a un consenso. Generalmente, yo doy indicaciones y los jugadores están de acuerdo. No me dirijo a chicos de 17 ó 18 años que están en plena formación. Aquí la gente sabe qué papel juega y cada uno asume su rol. Ya están formados y eso es muy bueno. Pero no soy mucho de dar órdenes, no me gusta imponer. Soy de los que cree en el diálogo.

—Pero muchos son sus amigos y ahora usted es el jefe.

—De verdad que creo que eso es una ventaja, me ayuda más que otra cosa. Obviamente, tengo claro que hay que separar amistad y buen rollo del trabajo, pero esa relación es la que me da confianza. Son personas ya hechas que no necesitan que les mande demasiado.

—¿Se siente extraño?

—Pues al principio un poco, sí. Ir a Lérida al Masters Nacional para ver a los jugadores, estar con ellos en Australia, charlas, reuniones... Es todo nuevo para mí y lo nuevo siempre requiere un tiempo de adaptación. Pero me han recibido de manera espectacular y así es mucho más fácil.

—¿Cuando se juega en la Davis, se piensa en España?

—Claro, mucho. En mis funciones está el quitar a los jugadores esa presión, que piensen lo menos posible para no cargarse demasiado. Hay que pensar que es una semana como cualquier otra siendo realmente una semana diferente a cualquier otra. Pero esto es la Copa Davis y es una competición que emociona. Cuando te pones el chándal de España, con la bandera, y ves a toda la gente detrás sientes un escalofrío, se te ponen los pelos de punta antes incluso de jugar. También como capitán. Nada te hace sentir más orgulloso que defender a España. La Davis es algo único, pero el tenista ha de intentar jugar sin que pese demasiado.

—¿Echa de menos ese sentimiento como jugador?

—No, no. No lo echo de menos porque ya lo tengo muy claro. He tenido tres años para asimilar que esa etapa se acabó, que eso ya pasó, y ahora estoy encantado con este nuevo rol. Es distinto. Yo tengo muy claro que ellos son los actores principales y que si ganan la gloria les corresponde, así debe ser siempre. Si se pierde, yo tengo que asumir la responsabilidad. Sí echo de menos los nervios previos a los partidos y las situaciones de tensión, pero la vida que tengo ahora me gusta.

«El jugador sólo piensa en jugar y el capitán en todo. Es totalmente distinto»—¿Es más divertido jugar que estar en la silla?

—Esto que hago me encanta. Yo he sido jugador no hace mucho y mi mentalidad en la Copa Davis era totalmente distinta a la de ahora. El jugador juega y piensa sólo en eso y en los entrenamientos. El capitán piensa en todo. Hay que gestionar un grupo de 15 ó 18 personas, planificar los entrenamientos, estar pendiente de los detalles, hablar con los jugadores, transmitir confianza...

—¿Sabe más de tenis ahora?

—Es lo que decíamos. Cuando eres profesional, te centras en tus cosas y el resto te importa poco. Durante estos años, he visto el tenis desde otras perspectivas, he visto mucho. Me fijo en mil cosas que antes ni imaginaba, que pasaban totalmente desapercibidas. Yo me entrenaba mis dos, tres o cuatro horas, jugaba y ya está. Con el tiempo te vas completando.

—¿Es perfeccionista?

—Sí, sí que lo soy. O al menos intento serlo. Hay variables en las que no puedo influir, cosas que se me escapan, pero quiero que las cosas que dependen de mí salgan perfectas. Hay que hacer todo bien para, me repito, la victoria sea una consecuencia de todo lo anterior.

—¿Tiene normas o manías?

—Mi única norma es que aquí no hay normas. Con eso quiero decir que hay que darle normalidad a las cosas, que esta semana debe ser una más sin que se alteren los jugadores y sin que se carguen de presión. Todo, claro, con respeto y equilibrio, que es mi única exigencia. Cuantas más cosas toquemos, peor.

—Ha estado en el circuito senior y se le ve pelotear con ellos con soltura ¿Podría seguir jugando?

—Imposible. Qué va, ni pensarlo. Pelotear con ellos sí que puedo y hacer ejercicios concretos también. Pero es imposible seguir su ritmo, no podría. Además, ni me lo planteo. Bufff, no.

—Haas, 12 del mundo y el uno de Alemania, sólo tiene dos años menos que usted. Y muchos de los que pasan los 30 están en la elite. ¿El tenis está en crisis?

—Es extraño, pero no me atrevería a decir eso. Sorprende ver que pasan los años y no se producen saltos, pero creo que necesitamos un tiempo para ver si realmente hay una crisis de valores o algo similar entre los jóvenes. Yo creo, por lo que veo, que aparecerán nuevos jugadores, pero tendremos que esperar la evolución del tenis en sí.

«En el caso de Rafa, ante todo es un amigo y lo que le da vida es el circuito»—Se esperaba que siendo usted capitán Nadal, íntimo amigo suyo, fuera a la Davis.

—Sé que es especula con eso porque con Rafa Nadal tengo una amistad muy potente. Pero la sinceridad es prioritaria y entiendo sus explicaciones. Para mí, ante todo, es un amigo y sé que lo que le da vida es el circuito convencional, con todo a lo que aspira. Trofeos, grandes, número uno... Me molesta poco lo que digan en ese sentido.

—Tampoco estará David Ferrer.

—De verdad que lo entiendo, es comprensible. Es un debate muy largo, pero el calendario es una locura y sólo hay que ver que casi todos los mejores del mundo no estarán en esta primera ronda, es prescindible para ellos y los organizadores se han de preguntar por qué. Era de prever y más llegando lejos en Australia. Rafa y David compiten todo el año y es normal que necesiten descansar y preparar la temporada. Hace que la eliminatoria sea más complicada, está claro, pero hay equipo. Estoy seguro de que daremos la talla.

—¿Por qué sólo firma por un año?

—Quería ver cómo me sentía, cómo me recibían. Tengo una familia con niños y tenía que valorar todo. Y la disponibilidad de los jugadores era fundamental. El contrato no tiene mayor importancia y si los jugadores quieren que siga, seguiré encantado.

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