INDIAN WELLS | final
Nadal remonta ante Del Potro y se proclama campeón de Indian Wells
El balear, en un acto de fe impagable, remonta ante Del Potro (4-6, 6-3 y 6-4), logra su tercer título del año y recupera la cuarta posición
enrique yunta
El estallido está más justificado que nunca, enérgico como pocas veces por todo lo que significa. Era Rafa Nadal elevándose al cielo de Indian Wells, entusiasmando como siempre ha hecho, derrotando a Juan Martín del Potro (4-6, 6-3 y 6-4) en una ... preciosa final en la que estaba prácticamente muerto y que resolvió con otro acto de heroicidad para recordar. Era Rafa Nadal, la victoria de un tenista único, quizá la mente más privilegiada que se recuerda en este deporte y que ha reaparecido a lo grande con un título cocinado desde la fe.
Es el hechizo permanente de alguien a quien se le ha echado de menos durante más de siete meses y que ha vuelto con tres mordiscos y una final para recuperar la cuarta plaza. Era Rafa Nadal, dueño de 600 triunfos en el circuito con el de este domingo y de 22 Masters 1.000, más que nadie en este mundo. Era él, otra vez era él.
Se remataban las crónicas en las que se explicaba su derrota, pero en el tenis hay una máxima que manda desde hace años: está prohibido dudar de Nadal, prohibido dar por finiquitado a un jugador que luchará hasta el último aliento aunque no tenga motivos ni esperanzas.
Nadie podía imaginar que quedaba algo de vida después del bombardeo de Del Potro, que mandaba 6-4 y 3-1 y tenía el partido justo donde quería, impulsado por una derecha durísima que ya exhibió en sus duelos contra Andy Murray y Novak Djokovic. Su problema fue que el enemigo esta vez era Nadal, actor de las tardes más épicas de los tiempos modernos, campeón en Indian Wells con todos los honores.
La reacción del balear fue sencillamente asombrosa, casi tanto como su puesta en escena. La final fue un debate desequilibrado por los estados de ánimo ya que Nadal empezó con 3-0 y dos bolas de rotura para sentenciar el primer set y en un periquete pasó a entregar la manga de forma irremediable. Cerraba el puño después de cada derecha e intuía a un rival agotado por las palizas previas, pero de pronto cambió todo.
Despertó la bestia argentina y arrasó con su recital de martillazos, una tormenta de la que no podía escapar ni Nadal ni nadie. Por más que buscaba remedios, se vio acorralado y entregó el parcial de forma irremediable, rendido ante la evidencia. La sonrisa de su cara se desdibujó y apareció el ceño fruncido. Nadal no podía, Nadal no llegaba.
Quedó demasiado aturdido por ese golpe, tanto que perdió su saque a la primera en la segunda manga y la gente de Indian Wells se preparaba para su defunción. No había más opción que dibujar la enésima gesta y la trazó en un ejercicio de amor propio descomunal, demoledor para llevar el pulso al desempate.
En esas situaciones, Nadal siempre tiene algo más porque exprime su cabeza hasta el límite. Asustó a Del Potro en el primer juego, prolongado durante diez minutos, pero la rotura llegaría en el tercero, un castigo del que su enemigo jamás se repuso. Hablaba el rostro del argentino y se intuía su desesperación, desbordado por las emociones, incapaz de explicarse cómo su oponente se había repuesto después de la primera hora del encuentro. La respuesta es tan sencilla como pronunciar su nombre, Rafa Nadal.
Después de desaprovechar tres pelotas de campeonato, cerró con su saque y al fin ganó un título en pista rápida, algo que no hacía desde Tokio en 2010. Exclama al mundo entero que ha vuelto, que es tan fiero como siempre, que es un héroe irrepetible.
Nadal remonta ante Del Potro y se proclama campeón de Indian Wells
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