Del tartán al balón: los que cambian de deporte a mitad del camino

Son conocidos los casos de los históricos velocistas Bob Hayes y Jim Hines, que después de ser campeones olímpicos se pasaron a la NFL y cosecharon grandes carreras, especialmente el primero que también ganó la Superbowl de 1971. Esa misma ruta la ha llevado últimamente Devon Allen, aunque sin los éxitos de sus antecesores. El de Oregón ha participado en dos Juegos (Río y Tokio) y en estos últimos rozó el bronce en los 110 metros vallas. Pero no quería quedarse con las ganas de probar fortuna en el fútbol americano y el verano pasado fichó como receptor de los Philadelphia Eagles. «Tengo 28 años y no quería que se me pasase el momento. Yo sigo soñando con repetir como atleta en París, mas ahora estoy muy centrado en triunfar con mi equipo, que no es nada fácil». En efecto, no tiene plaza garantizada en la plantilla y debe ganarse el puesto en cada entrenamiento.

Después

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El camino contrario lo siguió la nueva perla del tenis estadounidense, Ben Shelton, que pasó de ser un buen jugador de fútbol americano en la universidad de Florida a decantarse por la raqueta como profesional. Y su triunfo en el Abierto de Japón 2023 indica que hizo lo correcto. Los genes le tiran. «Mis padres y mi hermana me han apoyado mucho y han sido claves para que me centre en esto. Les estoy muy agradecido por ello», comentó el hijo del extenista Bryan Shelton, que le entrena desde los diez años y con quien se comunica con la mirada, sin necesidad de palabras.

Quien sí que ha mejorado su palmarés después de cambiar de especialidad ha sido Salma Paralluelo, que pasó de ser doble medallista de oro de atletismo en el Festival Olímpico de la Juventud a triple reina mundial en fútbol en las categorías sub 17, sub 20 y absoluta. La zaragozana compatibilizaba ambas modalidades desde pequeña y reconoce que «intentaba planificar las competiciones de la mejor manera, con mucha comunicación por ambas partes para poder seguir teniendo buenos resultados en los dos deportes, perdiéndome lo menos posible de cada uno». Pero llegó un momento en el que tuvo que decidirse. «Fue muy, muy difícil. Amaba los dos, había crecido soñando en cumplir objetivos en ambos y por ello el proceso de dejar de lado todos esos sueños, tanto para uno como para otro, era muy complicado. Sin embargo, para seguir avanzando a mayores niveles, en mi caso, era necesario tomar una decisión. Y opté por el fútbol». Después del título alcanzado en el último Mundial de Australia y Nueva Zelanda, no cabe duda de que fue lo acertado.

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También tuvo buen ojo Jon Rahm, que a pesar de practicar cinco deportes a la vez en su niñez (piragüismo, pala, fútbol, kung-fu y golf) se decantó por el de embocar las bolas en los hoyos. «El hecho de que mi familia practicase el golf, y de lo competitivo que soy, me hizo ver que aquí podía ser yo mismo sin depender de nadie más. Se puede jugar solo y mejorar constantemente», afirma el doble ganador de 'majors'.

Esta manera de formarse en varias especialidades antes de decidirse por una sola la trabajan también en la Federación de Golf de Madrid, como comenta la responsable del programa Golf en Colegios, Bárbara Serrano. «Nosotros proporcionamos a los centros un kit adaptado con palos de plástico y otra serie de elementos para que los niños hagan distintos juegos dentro de una unidad didáctica. Con las diferentes disciplinas se aprenden distintas cosas, como destrezas finas o coordinación oculomanual, que realmente es lo que tienen que interiorizar en estas edades tempranas. Así será más fácil que vengan con una buena base, porque en el fondo el béisbol tiene el mismo 'swing' que el golf, pero en horizontal, y el del tenis es muy parecido. Y cuandos lanzas el 'frisbee' estás haciendo una coordinación de muñeca y de ojo igual que en el golf», apunta.

Donde no parece que haya tantas similitudes es entre el balonmano y el baloncesto, aunque el internacional Juan Núñez, que el verano pasado participó en el Mundobasket a las órdenes de Sergio Scariolo, llegó a este punto casi por casualidad. «Mi prioridad de niño era el balonmano, pues me entrenaba tres o cuatro días a la semana por uno al basquet. Fueron mis padres quienes me apuntaron a baloncesto para que probara otro deporte más. Con diez años empecé a igualar las horas de entrenamiento y fiché por el Alcorcón. Aunque me seguía gustando algo más el balonmano, ese año quedamos campeones de Madrid, me llamó el Real Madrid y ya me decanté por el baloncesto».

Otros ejemplos de multideportistas son Carlos Sáinz padre, que fue campeón de España de squash y posteriormente el mejor del orbe en rallies, y de Michael Jordan, aunque en su caso sus logros en la NBA no se replicaron en su breve etapa en el beísbol.

Lo que parece una máxima es que el atletismo ofrece una base técnica que es muy útil para practicar otros deportes. Al igual que sucedió con Salma, pero al contrario, Carlota Castrejana triunfó primero en una modalidad de equipo y luego se pasó a la pista. «De pequeña hacía muchísimas cosas muy diferentes, desde esquiar, gimnasia rítmica o tenis a windsurf y las carreras del colegio que hacíamos ocasionalmente las ganaba. Pero donde llegué más alto fue en el baloncesto, pues fui olímpica en Barcelona 92» señala la riojana. Su caso fue curioso, porque gracias a su preparador físico en la selección, Bernardino Lombao, se enamoró del atletismo. «Nos entrenaba como si fuéramos pequeños atletas y, como yo vivía en la Residencia Blume, les veía en sus prácticas y me fascinaban sus métodos. Así que en cuanto pasaron los Juegos lo hablamos y me pasé al salto de altura. Enseguida quedé campeona de España y logré la mínima olímpica con 1,89, pero en la Federación me pidieron un centímetro más para ir a Atlanta y ahí me estanqué. Fue mi primer gran fracaso como deportista», rememora. Aunque encontró un rápido remedio a su desazón. «Decidí pasarme al salto horizontal y en la modalidad de triple fui campeona de Europa y logré mi objetivo de ir a Sidney y de ser olímpica en dos modalidades diferentes».

Lo peculiar del rey de los deportes es que permiten desarrollar las habilidades de los practicantes en carreras, concursos y saltos. Y algunos valientes se atreven a intentarlo en varios de ellos, como los decatletas y las heptatletas. La veterana entrenadora de combinadas, Manoli Alonso,tiene claras las etapas de la especialización. «Hasta sub14 siempre hay que tener una formación múltiple y a partir de aquí ir encaminando a los jóvenes hacia su especialidad de forma progresiva. Un atleta de longitud, vallas o incluso jabalina, puede especializarse en la categoría sub20, como sucedió con Cáceres, Warholm o Schippers». El caso de moda del atletismo español en cuanto a la especialización es el de María Vicente. La barcelonesa tendrá que optar por el heptalon de cara a París 24 o centrarse en los saltos horizontales.

¿Qué recomendar a los jóvenes? Para Alonso, «poder disfrutar de experiencias en varias pruebas, o incluso deportes, les permite planteamientos menos estresantes y más lúdicos». Núñez dice que «de un deporte siempre podrás sacar aprendizajes que te servirán para el siguiente» y Salma que «la cosa es estar a gusto con lo que haces, sea haciendo, uno, dos o tres deportes. Encontrar tu sitio, tu camino y confiar en tus ideas.