'Orticultura' para el sembrado sevillista

La decisión de firmar a Víctor Orta como sucesor del de San Fernando ha tenido como premisa otros criterios: conocimiento de la casa, su afinidad con Monchi tras siete años trabajando codo a codo con él, su competencia en el mercado internacional y, si me apuran, su rebeldía, pareja a la de su antecesor, lo que denotaría autocrítica por parte de los gestores tras dos temporadas tan convulsas como productivas en lo deportivo.

De lo que no cabe duda es que, de la terna que se manejaba, Orta era de largo la mejor opción. Se conoce el mercado de élite bien, no necesita de ruptura con el pasado porque ayudó a forjar la metodología actual y su larga estancia anterior en el Sevilla asegura que, con sólo incrementar el fuego, le empezará a hervir la sangre roja.

En su trayectoria, bien es verdad, hay sombras. La principal, el descenso del Leeds, que le cogió ya con los pies fuera del club, pero con una planificación de su responsabilidad. Tuvo mucho dinero a su disposición para consolidar a los loiner en la Premier y escaso acierto en la confección de una plantilla que él había aupado a la cumbre desde la 'Championship'.

El senequismo de José Luis Mendilibar le vendrá de lujo. No es remilgoso el de Zaldibar. Su principal misión, la más complicada, será colocar a los excedentes, que son muchos y caros de desterrar, pero alguno habrá que el vasco considere aprovechable. Luego deberá inyectar juventud con proyección de futuro, algo que fue olvidado en su momento y generó, entre otros factores, la actual crisis. Ahí lo queremos ver.