Manda el dinero, no el sentimiento

Ayer mismo, los rumores que no son siempre antesala ni siquiera del rumor, apuntaban a que el el Betis había puesto precio a Nabil Fekir: 35 millones de euros. Pocos me parecen, dado el peso del francés en el juego de ataque bético. Pero suficientes, interpreto, para la tesorería verdiblanca. Cuadrar las cuentas es más importante que el detonador de contragolpes y últimos pases.

Con un año más que el francés, pero por la misma cifra, Diego Carlos se marchó del Sevilla al Aston Villa, donde ya ejerce como boss de la defensa. Una cantidad discreta entiendo, pese a su edad, para un baluarte de la defensa, con el parachoques a estrenar aún para muchos encontronazos, incluidos los de la Premier. Desde Nervión se vende como operación estratégica para poder mantener el precio de Koundé, que en teoría asciende casi al doble del brasileño.

En cualquier transacción económica que nos ataña, y el fútbol no es una excepción, sino un ejemplo, tendemos a considerar con más valor aquello de lo que deseamos desprendernos que lo que el mercado ofrece. No es lo que creemos que vale algo sino lo que terceros están dispuestos a ofrecernos. Nadie se iría de Sevilla, ni del Betis, cierto, en las mismas condiciones. Es una lástima que nunca podamos ofrecerlas. Y en esto somos todos catalanes: manda la pela. Incluso para Laporta, tieso total.