El Ramón Sánchez-Pizjuán, una línea roja en la venta del Sevilla FC
La llegada de un nuevo dueño al Sevilla es cuestión de poco tiempo; cambiar su pasado y condicionar su futuro debe ser fiscalizado
De tanto decir que viene el lobo, a más de uno le ha cogido mirando hacia otra parte el acelerón que ha pegado en los últimos meses la venta de la mayoría de acciones del Sevilla, en manos de un pequeño grupo de ... familias sevillistas desde la conversión de la entidad a sociedad anónima hace 30 años, 105 después de la fundación del club deportivo, situación que no debe tomarse a la ligera para lo que iremos desgranando posteriormente. Para muchos aficionados del club nervionense, más que la llegada de un temido lobo será una especie de paloma de la paz la que traiga un nuevo propietario de las pasiones sevillistas. Cuidado. Porque el comprador ideal no existe. Nadie tiene la varita mágica para hacerlo todo siempre bien, tanto en asuntos deportivos como económicos. El Sevilla ha sido dominado siempre por personas que decían ser y sentirse sevillistas. Y ha alcanzado las mayores cotas de su historia bajo este paraguas, sin olvidar que las malas decisiones son mucho más sencillas que tomar que las correctas y que no rodearte de los mejores suele traer nefastas consecuencias. El cambio de manos se hará sentir en el Sevilla, sobre todo si llega la incertidumbre de un capital extranjero, sin saber exactamente los pasos que quiere dar: si hacer negocio a través del Sevilla o servirse del Sevilla para aumentar su fortuna. Evidentemente, el empresario, empresa o holding que se haga con las acciones del Sevilla querrá que su inversión se vea recompensada. Hay dos caminos: aumentar los ingresos de la entidad mediante un mejor rendimiento deportivo, que conllevaría una inversión para la mejora de la plantilla; o bien, deshacerse de los activos que se han ido adquiriendo con el paso de los años, antes incluso de que el Sevilla fuese SAD.
Por esto mismo, mercadear o ganar más dinero con la venta gracias a la consigna de que el Sevilla abandone su casa histórica no debería estar encima del tapete del tira y afloja de la negociación. Otro asunto es que se debloquee este activo para que pueda servir para futuros créditos, como necesario aval por su alta cotización en el mercado. Tampoco es cuestión de hacerse trampas en la economía de mercado. Sin embargo, la posible recalificación del Sánchez-Pizjuán como paradigma económico de la persona o empresa que compre me sigue pareciendo un movimiento que no merece el recuerdo de aquellos que tanto tiempo y dinero pusieron al servicio del Sevilla cuando sólo te daban como respuesta un tímido gracias. Cuando se hacía por corazón y no por la cartera. Cuando ser responsable del Sevilla no abría puertas y sí cerraba la de los bancos. Cuando el único título que importaba era el legado familiar de continuar perteneciendo a la familia blanquirroja. Aquí es dónde se contemplan esos 105 años anteriores a la obligada conversión en SAD del club de Nervión. Que ese trabajo de tantas generaciones ni caiga en el olvido, ni se destruya por el ansia económica del 'fondo buitre' en el que se ha convertido el mundo de la pelota, donde la especulación económica está a la orden del día.
Claro que los accionistas, quienes en mayor o menor medida pudieron por delante su patrimonio para solventar una situación delicada de la entidad, pueden vender sus paquetes de acciones a quien le dé la gana. Sabemos, porque así lo contamos en ABC, que prefieren un capital que tenga un proyecto real para el Sevilla, pero que igualmente les abone la mayor cantidad posible. Todo no suele entrar por el mismo aro. Los compromisos de palabra se los lleva el viento y quién sabe si no dentro de tanto tiempo se echará de menos aquellos días donde se podía cantar contra un presidente presente y que era natural de la ciudad que vio nacer el sentimiento sevillista. Sin olvidar, lógicamente, que la gestión actual ha hundido al Sevilla. La misma gestión, con algunos protagonistas cambiados, que lo ha llevado a levantar 11 títulos en menos de 20 años y ha generar unos fondos propios de más de 100 millones. Es decir, ahí no hacía falta mercadear con los activos tangibles y emocionales del Sevilla FC para salir adelante, ser solventes e incluso imitados dentro del negocio de la pelota.
Siempre se dice que cuando falten tus padres tocará vender la casa familiar. La que guarda tus recuerdos. Tu niñez y salto a la vida adulta. Donde han soltado tus mejores sonrisas y peores llantos. Consejos de quien ya no está y abrazos a una imagen cada vez menos nítida. Eso también es un estadio. Donde el sevillista se sentó de pequeño con su abuelo. Entró de la mano de su padre. Y ahora entra de la mano de su hijo o nieto para que la tradición familiar perdure en el tiempo. Siempre en esa casa. La suya. De nadie más. Por eso en la vida deben existir líneas rojas. El Ramón Sánchez-Pizjuán tiene un valor económico innegable. En algún momento incluso se puede pensar en un cambio de ubicación si las circunstancias o la propia ciudad dan pie a ello. Pero que lo haga un inversor que acaba de llegar por puro negocio es la mayor de las hipocresias para esos que quieren vender y que se verán vagabundeando hacia otro destino para ver a su Sevilla.
La venta del Sevilla FC está en camino... ¡Cuidado con la venta! O con el comprador. Entre lo lícito y lo ético suele haber una distancia. Entre lo beneficioso para unos y lo asumible por el resto un trecho mayor. Entre vivir sin el Sánchez-Pizjuán o morir en él un mundo. Porque se puede hacer renacer la empresa Sevilla FC sin tocar su pasado, su historia e incluso su porvenir, aunque esta explicación le suele a chino al comprador americano. Las acciones del Sevilla no son EL SEVILLA, por si aún no había quedado claro.
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