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Pimienta echa sal en la herida del Sevilla

El entrenador cambia su discurso de monje benedictino para atacar al club por los fichajes con el mercado ya cerrado

Alberto Fernández

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Qué decepción. No había metido en este tiempo al entrenador del Sevilla en la categoría de los suavones, aunque tenía mis ligeras sospechas por su procedencia y ese gusto por lo estético tan poco realista en el fútbol. Lo dejaba fuera de ese grupo ... de técnicos que colocan la venda antes de la herida. Del clan del lloriqueo, pero quedando bien. Los que más coraje dan porque se ven venir desde lejos, aunque en esta fauna tienen sus aliados. Incalificables. Y no lo he visto venir. Mea culpa. Unos y otros. O quizás Pimienta haya inaugurado una nueva categoría, que siempre existió, pero hace tiempo que no veía en la elite: ventajista y cobardón. El técnico se cree a salvo por quitarse el muerto de encima. Dejando caer el clásico refrán al lavarse uno las manos: 'Lo malo que pase a partir de ahora, a otra ventanilla'. O ese más clásico aún: 'A mí que me registren'. Se habrá creído que por el Sur nos chupamos el dedo. O algo peor.

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