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Infieles de Nervión

La ausencia de presidente y vicepresidente en el acto más carismático con el sevillismo es una prueba más de la ruptura con la realidad de los dirigentes

Alberto Fernández

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Puedo llegar a comprender muchas cosas. Más de las que pensaba hace unos años. Se ve que las canas no es sólo un cambio de color en el pelo, sino la prueba visible de que la experiencia te permite bajarla al suelo y ver con ... cierta perspectiva lo que sucede a tu alrededor. Este inicio es para creerme realmente que voy a escribir de forma sosegada lo que considero una indignidad a todas luces. Porque puedo defender un error. Mejor comprenderlo. Que no hagas bien tu trabajo o te venga grande. Que te sientas en una encrucijada entre lo que te aconsejan tus cercanos y las decisiones que tomas. Que tires hacia delante cuando tu propia intuición te dice que pares. Puedo entenderlo, de verdad, por mucho que esa toma de decisiones por parte del presidente del Sevilla y todo el consejo de administración que le respalda, corresponsables todos de la absoluta perdida de papeles de una sociedad a la deriva, hayan provocado que la viabilidad económica de 135 años de sentimiento esté en peligro. Lo que es incomprensible y está fuera de lugar es la cobardía, pese a que tenga una justificación interna. Darle la espalda a tus seguidores, por mucho que ahora no te den ni los buenos días, en una acto que hacía enorgullecerse a cualquier sevillista me deja sin palabras, perplejo. Fieles de Nervión ha pasado de congregar a esos que no te abandonaron en los momentos más duros, en un evento de puro sevillismo, a realizarse a escondidas, llamando sólo a los premiados de esa temporada e intentando que nadie se entere del día que se celebra para ahorrarse el bochorno. Porque el consejo de administración ha decidido continuar maltratando justamente lo que hacia del Sevilla un club distinto. Señor. No han sido los títulos, sino actos como el de los Fieles, los Dorsales de Leyenda o los premios periodísticos los que dieron y debían seguir dando grandeza a la institución, dejando el balón apartado. Ahora se deja la silla del presidente vacía como si tal cosa. O la del vicepresidente. Tanto monta, monta tanto. Indigno del Sevilla FC.

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