Sevilla-City: Sin vida (1-3)
El equipo nervionense no pudo en ningún momento con el conjunto inglés
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Se acabó. A falta de las matemáticas (el Sevilla sólo suma tres puntos y el City y la Juventus, nueve y ocho, respectivamente) el equipo de Nervión se queda casi sin vida en la Champions League. Una nueva derrota, en esta ocasión ante el conjunto ... inglés, enseñó las carencias del equipo de Emery e hizo saber al mundo futbolístico que aquel Sevilla que hace poco enamoraba con su juego y sus valores ha comenzado la temporada (ya llevamos más de dos meses) dando continuos dolores de jaqueca. Mucho se hablará y escribirá de lo que le pudo suceder al Sevilla en este encuentro, pero lo cierto es que en ningún momento se valoró, visto lo visto en el terreno de juego, la posibilidad de conseguir la victoria.
No pudo comenzar peor la noche para el Sevilla. Cuando apenas se llevaban unos minutos de partido, la afición aun reflejaba en sus caras la emoción de la jornada tras cantar el himno del Centenario y el ambiente caldeado con el rojo pasión se dejaba sentir... un puñal llamado Manchester City acribilló todos los corazones. En sólo dos minutos, del ocho al diez, los ingleses castigaron de manera despiadada al equipo de Nervión con dos goles tras sendos contragolpes. Un palo. Y después, otro. Casi no dio tiempo a digerirlo. Primero fue Sterling, un vendaval en la banda izquierda, y después Fernandinho, tras aprovechar un balón suelto tras disparo de Bony, los que llamaron a la histeria en el Sánchez-Pizjuán. Se pasó en nada, en unos tibios suspiros, de una fiesta a un funeral con los del City como castigadores.
El Sevilla entró en estado de “shock” y la depresión fue en aumento. Touré no paraba de mandar en el centro del campo y de abrir a las bandas para seguir creando peligro. El City quería más y a punto estaría de obtener premio el exsevillista Navas, que disparó al palo en una clara ocasión. El mundo se le estaba cayendo al equipo nervionense, sabedor de que este resultado lo dejaba sin vida en la Champions. Quizás por ello, por amor propio e inspirados con la fuerza de su afición, comenzó a dar pasitos adelante. Muy poquito a poco. Pero suficientes, al menos, para que el City le dejara respirar. Cambiaría levemente el guión y tendría una ligera mejoría que le “serviría” para que, primero, el colegiado no le pitara un claro penalti a favor, y segundo, apenas unos minutos después, para que recortara distancias con un tanto de cabeza de Tremoulinas tras centro de Coke en una buena jugada de Vitolo.
La afición se encendió entonces y volvió a crear en la remontada. ¡1-2! El problema es que el gusto por salir de ese pozo apenas duró unos instantes, justo el tiempo en que Navas cogió el balón y se lo puso medido a Bony para que hiciera el tercero y volviera a helar Nervión. Con este City no había tiempo de saborear nada. Cuando el Sevilla levantó la cabeza los fuertes hombres de Pellegrini le dijeron que, de nuevo, abajo, con mirada gacha... El tercer golpe pareció decisivo.
Emery hizo movimientos de fichas y metió a Krohn-Dehli y Mariano por Iborra y Coke, respectivamente, buscando algo. Bastaba, al menos, con meterle algo más de pundonor y una lucha constante para que el City no siguiera abusando. Poco después entraría Immobile por Llorente. El equipo sevillista tenía que anhelar ya a la épica puesto que los minutos pasaban y los que tenían las ocasiones más claras, hasta cuatro, eran los visitantes. Ni Banega, el salvador de otros momentos, aparecía, ni tampoco la esencia competitiva que le permitió al Sevilla crecer tanto la pasada temporada terminaba por asomarse. Lo que llegó después, muy poco a poco, fue el dolor de una afición que no termina de reconocer a su equipo.
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