Atlético - Sevilla: Marruecos, one point

La jindama no puede ser mayor. Gran ambiente de canguelo ante lo que podía ser una última jornada con los dos equipos de Sevilla jugándose un puesto Champions en juego. Enfrente, el Atleti del Cholo. El equipo con más malas ideas de la liga. De hecho dieron el primer codazo antes de cumplirse el primer minuto de juego. Se lo llevó En-Nesyri. Lo que le falta al delantero magrebí para terminar de convertirse en la momia es tener que vendarse el rostro, el porejito .

El morito bueno no solo iba a recibir caricias del rival, también recibía un tremendo pase de Acuña que, de haber controlado bien, se hubiera plantado solo ante Oblak, pero hablamos de En-Nesyri, y no del de hace un año sino del que volvió de la Copa de África. Parece que nos lo han cambiao o que le han borrado todo lo aprendido con el chisme ese que usaban los agentes de la peli Men in Black.

El Atleti iba, poco a poco, creciendo. La primera ocasión del partido para los colchoneros estuvo en la cabeza de un jugador que tiene nombre de jugador fiasco de otra época: Reinildo. El brasileño remató fuera una falta botada por Carrasco. Si es que no se puede llevar el bigotito que llevan los comisarios de policía de las pelis de los 90.

El Sevilla, mientras tanto, nervioso. Parecía estar escuchando el partido del Betis, que se adelantaba en el marcador. Repetidas pérdidas de balón en el inicio de la jugada. Como mi amigo el Trujo, que siempre la liaba cada vez que salía.

Todos sabíamos que los equipos del Cholo se caracterizan porque tiene a sus jugadores enchufados y pelean todos codo con codo, pero no sabía que esto era literal. Segundo codazo del Atleti en 20 minutos. Esta vez fue Carrasco el que golpeó el rostro de Montiel. Dicen los comentaristas que el jugador colchonero lo hace para protegerse y son ellos los que con sus comentarios protegen al jugador del Atleti.

El equipo no anda bien. Ni tampoco mal. Es que, directamente, no anda. A la media hora de encuentro el Atleti botó un córner que cabeceó solo Giménez en el centro del área para hacer el 1 a 0. Los jugadores del Sevilla ni se movieron, imitando a las figuras del paso de misterio del Pilatos. Bueno, un romano se mueve más que esta gente. Puedes perder este partido porque eres peor que el rival, claro que sí, pero nunca por falta de concentración y de ganas. Y eso es lo que parece que falló en esta ocasión.

Al menos el equipo demostraba tener sangre en las venas dando una patada, hombre. Montiel iba a levantar del suelo a Carrasco. «¿Carrasco? Po rasca esta». A destiempo y fuera de lugar, pero al menos la patada mostraba algo de orgullo. Hay a quien le parecen acciones antideportivas y se enfadan si su equipo protagoniza alguna, pero a mí, qué queréis que os diga, de vez en cuando, me da hasta gustirrinín. Es como cuando de pequeños nos tocaba ir a jugar al campo de un equipo marrullero y al más inconsciente de los nuestros se le iba la olla y, de un patón, levantaba del suelo a un cani. Eso, en un fútbol de barro y albero, era caviar.

Me gusta imaginar qué se dice en los vestuarios en momentos como el descanso de hoy. Quiero imaginar que el Papu, con más años que las cadenas de la catedral, alza la voz y, con acento canchero, pide huevos a sus compañeros, como ya lo hiciera en los micrófonos de Gol la semana pasada. Que Bono da palmas sordas con sus guantes y aporta el optimismo y la calma que el equipo necesita. Que Jesús Navas mira al suelo, niega con su cabeza y susurra bajito «oju quillo, ojú quillo». Y que Rakitic, en un perfecto sevillano dice a sus compañeros: «El que no esté preparao pa echarle huevo y conseguí un punto que levante la mano y se vayar caraho ».

Seguramente nada de esto ha ocurrido. Es más, siendo sinceros, supongo que habrán dedicado los 15 minutos a ajustarse bien las tobilleras, a apretarse las botas y a cagarse en la reconcha madre que los reparió siete veces.

Nuevas caras (Tecatito y Navas entraron al campo), pero mismas sensaciones. Luis Suárez, que tiene toa la cara de Ricardo Darín si fuese a Supervivientes, cabeceaba cerca del arco de Bono. A nadie le extrañaría que el uruguayo, que se despedía hoy del Atleti, metiera un chicharito.

Quiero pensar que el Papu, en el descanso, le ha dicho a Lopetegui que vaya actualizando el Linkedin, porque a los 7 minutos de la reanudación, el entrenador navarro sustituyó al argentino. Inexplicable, pero Julen sabrá por qué lo hizo.

Rodrigo de Paul, que debe ser hermano de Winnie, obligaba a Bono a hacer una gran estirada. El portero sevillón se está jugando el trofeo Zamora. Si lo consigue a pesar del juego del equipo estos últimos meses es una cosa mu gorda.

Pasado el minuto 70 pudimos exclamar el primer «uy» de la tarde. Navas puso un gran centro al área que En-Nesyri remató al lateral de la red en el segundo palo. A los pocos minutos, el vendado delantero sevillón iba a rematar de cabeza un centro de Óliver para estrellar el balón en el travesaño. Era la oportunidad más clara del Sevilla en todo el partido y yo tengo miedo de que en una de estas marquen y no se acuerden de cómo se celebraba un tanto.

Cuando nadie lo esperaba, cuando el equipo empezaba a recordar al Sevilla de José Antonio Camacho, con continuas pérdidas de balón en pases de 3 metros, apareció el voto de Marruecos. En-Nesyri remataba de cabeza para hacer el empate a uno y conseguir así el punto que el Sevilla necesitaba para meterse en Champions. Aunque hubiese metido aquel gol en la final de la supercopa de Europa ante el Bayern, no lo habría cantado con la rabia con la que he cantado el gol de morito bueno en el Wanda. El Corán, Mahoma, Alá y Youssef están con nosotros.

A partir de ahí no se jugó casi nada. Si los jugadores sevillones se movían poco con el 1 a 0, menos se movieron con el 1 a 1. El equipo de Julen acabó el partido de cholistas maneras, con Bono tendido en el suelo quejándose de una falta que le hizo su propio compañero y que el árbitro concedió.

Un punto logrado in extremis que le otorga al Sevilla el derecho de disfrutar de la Champions por tercer año consecutivo. Europa sonríe y los sevillones suspiran. Hemos sufrido más que Rosalía abriendo un sobre, pero, como decía mi mare, bien está lo que bien acaba. Manteo a Julen, vacaciones de verano y turno para Fabrizio Romano.