El segundo palo
El chollo del Cholo
«Iba a decir que lo de la Copa del Rey tampoco es un desastre mayúsculo porque también en esa competición ha quedado el Atleti entre los cuatro primeros, pero no pretendo hacer sangre»
Simeone gesticula durante al partido ante el Barcelona
A mí lo que me revienta no es que Simeone tropiece una y otra vez con la misma piedra, eso me da igual, yo soy madridista. Parece que los propietarios del club están felices con su trabajo y para ellos es suficiente con clasificar al ... equipo entre los cuatro primeros de la Liga para así poder disputar la Champions del año siguiente y caer en los octavos de final. Visto desde fuera y teniendo en cuenta que el colchonero sigue siendo uno de los tres grandes del fútbol español, me da la sensación de que el CEO rojiblanco está reduciendo a cenizas la historia del Atlético, pero, insisto, ese no es mi problema. A mí lo que me fastidia es que Simeone, y ya puestos también Gil, utilice al Real Madrid como empleaban a Scaramouche en la comedia del arte.
Iba a decir que lo de la Copa del Rey tampoco es un desastre mayúsculo porque también en esa competición ha quedado el Atleti entre los cuatro primeros, pero no pretendo hacer sangre. Parece que ya empiezan a surgir voces independientes y ambiciosas dentro del club que creen que es un error mayúsculo por parte de uno de los entrenadores mejor pagados del mundo transmitir la rocambolesca idea de que la temporada está siendo buena cuando, y con un presupuesto de 470 millones, resulta que a 2 de abril ya sólo se puede soñar con la tercera plaza de la Liga, pero ese también es un puzzle que deberán arreglar (o no) los atléticos.
Yo veo a un entrenador superado, un showman que agita mucho los brazos desde la banda pero cuyo discurso está apolillado, un populista que conoce la dosis exacta de placebo que hay que dispensar a una grada con la que vive a cuerpo de rey tailandés y a la que pilló el truco hace años: sólo tiene que agitar el fantasma del Madrid para lograr su relax. Un chollo.
Simeone entró en bucle con el penalti de Julián, no preparó el partido contra el Barça como es debido, volvió a dedicar demasiada energía al Real y el miércoles se topó con la cruda realidad. Vive en una burbuja construida a su medida por un propietario conformista pero que escala posiciones en la lista Forbes, una afición enamorada de un recuerdo y un periodismo domesticado, y cuando, de repente, este hombre se cruza con un profesional que le pregunta lo que toca, entonces emplea el desdén como mecanismo de defensa. Debería tomar nota de Ancelotti que cobra mucho menos, gana mucho más, torea de salón y no se le va la fuerza por la boca.