Amistoso
España se aprovecha de Islandia
Exhibición de juego variado y goles de la selección, que se soltó con goles de Morata (2), Yeremy y Sarabia (2)
Espectacular actuación de los de Luis Enrique, sin rival delante, con brillo especial de Soler, Alba y Dani Olmo
Morata calienta la batalla del 'nueve'
Crónica
Una España entretenida y de lo más variada alumbró la amistosa (más apropiado que nunca el término) noche de Riazor . Sin rival delante, que Islandia ni rugió ni comprometió, muy cómoda todo el rato, la selección tiró de repertorio para gestionar un ... dominio abusivo. Movía la pelota con largas posesiones, nada monótonas ni previsibles, y también la recuperaba con diligencia y celeridad. Y de cuando en cuando, una ocasión. No hubo negociaciones ni diálogo en La Coruña. Un solo equipo de principio a fin.
El gol tardó en llegar, pero no la sensación de aplastante superioridad y estar haciendo las cosas como corresponden. Con otra alineación, tan solo repitiendo a Morata en el frente de ataque, y Koke de novedoso medio centro, España brindó una versión agrandada, nada que ver con la plomiza y facilona de Cornellá. Y el peligro llegaba por cualquier parte, Islandia no sabía cómo tapar su agujeros. Empezó Marcos Llorente con dos incursiones a toda pastilla por la derecha, luego probaron Koke y Soler los remates curvados desde la frontal, luego Yeremy tiró de arabescos por su rincón, luego era Jordi Alba el que lo intentó con centros pasados, luego Dani Olmo el que sembró el pánico con el traje de Futre puesto... De mil y una formas, España no se sacaba el uy de la boca.
Fue Soler el que más se acercó al gol, con una volea de primera que arañó el palo, pero Morata, quizás el más perdido hasta entonces, el que se llevó el mérito del marcador. Primero con un golazo: un centro de Guillamón (interesante partido, aunque poco exigido, como central) que Soler dejó pasar mágicamente de largo, y el control con recorte de zurda del delantero para tumbar a la oposición, y el remate ajustado y fácil con la derecha. Y luego, de penalti, tras un maravilloso eslalon de Olmo. Al descanso ya tenía el partido concluido España.
La segunda parte siguió por los mismos derroteros, con el aliciente empequeñecido de la falta de incertidumbre. Nada más arrancar, Yeremy hizo el tercero, con el hombro, tras otra combinación eléctrica y sutil de Soler, para el pase profundo, y Alba, para la carrera hasta el fondo y el centro intencionado. Sin noticias de los islandeses y ese acento rústico y vikingo, en el juego y en el aspecto, que no hace tantos años conmovió en una Eurocopa y un Mundial. No moría con las botas puestas. Ni asustaba ni lo intentaba.
Los minutos jugaban en realidad en contra de España porque el partido, era tal la desproporción, se hacía demasiado largo. Y eso que el equipo de Luis Enrique no perdió el hambre y las ganas de gustarse. Y que las sustituciones trataron de mantenerlo siempre con afán de más. Aunque esos cambios, sobre la hora de juego, se llevaron por delante a los mejores futbolistas. Se quedó un rato más Soler, que fue una delicia constante, con participación y ocurrencias de jugador grande, pero se marcharon el capitán Jordi Alba, que definitivamente ha vuelto, que fue un puñal constante y un líder desde el carril, y Dani Olmo, que se ganó una estatua con una actuación desbordante de verticalidad y regate.
Sus relevos ampliaron la cuenta nada más saltar al campo (pase de Marcos Alonso y cabezazo de Sarabia), y más tarde repitieron (aunque por abajo), pero la cosa ya no fue lo mismo. El reloj decía otra cosa, pero el partido ya se había acabado. Con buena nota, para probarse ante un rival encerrado como con los que se va a cruzar en el lejano Mundial que se supone está preparando, pero de un nivel que ni de casualidad va a encontrarse entonces, España se concedió un bonito homenaje.
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