Resultado Eibar-Atlético
Lemar estimula al Atlético
Un gol del francés en el tramo final acaba con la resistencia del Éibar y su portero, Dmitrovic
Crónica
El Atlético no se limita a rellenar el formulario, poner ademán de funcionario y dejarse llevar. Compite y empuja, pese a que la Liga parece definida y no hay antídoto contra Messi. Se encontró un enemigo granítico, ese Éibar esencia de lo auténtico, y un ... portero fantástico, Dmitrovic. A ambos derribó un gol de Lemar, el fichaje en entredicho.
La Liga transita para el Atlético en zona de nadie, campo de minas sin motivaciones extra con más asuntos laterales propicios, como el caso Costa, para erosionar al equipo que para alzarlo por encima de una temporada frustrante. En el entrañable Ipurúa, solo tres partes del estadio en pie por obras en uno de los fondos, compareció el Atlético sin Griezmann , primera vez esta temporada ausente el francés por acumulación de tarjetas. Un dato para calibrar hasta dónde puede avanzar el equipo sin su referencia.
Sin Costa, sin Griezmann y sin Lemar, al que Simeone ha alejado de su núcleo de influencia. Con Saúl en el lateral izquierdo que lo incomoda y Vitolo de enganche en busca de otra disyuntiva para reivindicar su fútbol sedoso que no termina de encajar en la aspereza rojiblanca.
Correa sujetó la manivela para decantar el duelo en el minuto siete. El Éibar del auténtico Mendilibar planteó una defensa muy adelantada, achique de espacios según la terminología del sabio Menotti, y a la espalda de sus defensas quedaron huecos como túneles mientras el resto de jugadores presionaban como fieras a los colchoneros. Correa se quedó solo , sin enemigos a su vera, frente al portero Dmitrovic y algún resorte de la memoria rojiblanca recordó que este jugador las suele fallar, que no es fiable en esos trances. Con todo a favor para fintar, elevar o chutar en ventaja, el argentino estrelló la pelota contra el arquero.
La primera parte murió en ese instante. El Éibar no encontró la manera de taladrar la rocosa resistencia del Atlético, bien grapado a sus centrales uruguayos y con Arias y Saúl solventes por las alas, y la tropa del Cholo no halló la manera de socavar la defensa avanzada de su adversario.
En realidad, el asunto derivó en una pugna de Morata contra el mundo, ambicioso el delantero que tantas veces fue suplente por el mundo. Morata espolea al Atlético , lo agita y lo saca de su anodina fórmula combinativa. Morata también la tuvo en un desmarque rompedor por el centro, pero el defensa que lo perseguía llegó antes al balón que el delantero al remate.
No sucedió nada más en el primer acto. La voluntad del Éibar, un reducto del fútbol inconformista y popular frente al pijerío de la Liga, contra la superior técnica sin rendimiento del Atlético.
El segundo acto perteneció a Dmitrovic , guardameta serbio, 27 años, balcánico como Oblak, el considerado mejor portero del mundo. Dmitrovic descolocó al Atlético, que definitivamente quiso ganar el partido y no sestear en una competición sentenciada por Messi. Filipe, Lemar y Kalinic aportaron sustancia a un fútbol anodino hasta entonces del Atlético.
Pero allí estaba Dmitrovic, sin la fama de Oblak, sin la popularidad de Ter Stegen con los pies, sin el cartel millonario de Courtois. Con argumentos técnicos y físicos para erigirse en protagonista. Morata lo probó en un tiro desviado y el arquero se lució dos veces en modo estelar: un disparo envenenado de Koke que despejó retrocediendo sobre sus pasos, y, sobre todo, una estirada superlativa para despejar un remate de Godín.
No sabía cómo hincar el diente el Atlético a un partido que estaba de su lado, cuando de repente apareció Lemar. Fue en un lance muy cholista, cinco toques de cabeza en el flanco derecho hasta que la pelota bajó al suelo, la recogió Koke y la puso dulce para el francés, que llegó sereno al remate y la clavó en la red. Un desenlace imprevisto que se resolvió en un mano a mano victorioso de Lemar ante Dmitrovic.
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