ATLÉTICO-RAYO
Goles con efecto calmante
El Atlético impone su calidad ante un Rayo valiente en una magnífica matinal de fútbol
JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
El Atlético apagó la ácida sintonía del Santiago Bernabéu y pasó página ante el Rayo Vallecano. Lo hizo con un fútbol eficaz, en el que imperó el resultado antes que el juego. El fin más que los medios . El partido tenía ... todos los ingredientes para el típico desmoronamiento rojiblanco (el horario matutino, la afluencia masiva de aficionados, la derrota ante el Madrid proyectada una semana, la falta de sintonía con el entrenador y un rival valiente), pero el Atlético recobró la actividad con vigor y un pulso firme. Impuso la calidad de sus futbolistas y ese instinto para el gol que destilan los cracks como Falcao. [El partido, minuto a minuto]
La parroquia busca las vueltas a Gregorio Manzano haga lo que haga. Da igual si rota o gira, si arriesga o se protege, si va o viene. Siempre es culpable. Esa sensación se detecta a pie de aluminosis en el cemento del Calderón. La relación no puede terminar bien. Como dijo Sacchi, se cae un avión en Venezuela y el delito es de Manzano. Así es imposible. [Estadísticas del encuentro]
Propuso el entrenador soluciones lógicas (Asenjo por Courtois, Reyes titular, Koke para activar el ataque en vez dels ancionado Arda Turán) y su equipo se subió las mangas para adentrarse en una faena que desde el principio se anunció peliaguda. Sandoval ha proporcionado al Rayo una identidad , una manera elocuente de hacer las cosas. Podría haber decidido resguardarse en los miedos de un recién ascendido, un claro candidato al crematorio. Sin embargo, le hace jugar, sube la línea, se atreve a discutir por el balón frente a presupuestos inalcanzables para la barriada.
Jugó muy bien el Rayo. Estilo de combinación y presión, siempre adelante en clara apuesta por la velocidad y el toque. Enseñó además pequeñas perlas en su repertorio, como el central zurdo Arribas o el lateral izquierdo Casado. Sobre ese costado depositó el Rayo su agenda del día y casi construye una victoria. Fue magnífico comprobar cómo un equipo tan pequeño maniobró con tanta gallardía.
Más de 48.000 espectadores en el Manzanares empujaron al Atlético a las doce de la mañana en una demostración evidente del hechizo del fútbol. Ambiente bullicioso, niños y sol frente a la negritud y el negocio de las diez de la noche. El Atlético se siente cómodo con ese aliento incondicional. Y ayer modificó su registro obligado por las circunstancias. No consiguió gobernar la pelota porque el Rayo se hizo fuerte en ese duelo, pero fue una centella al contragolpe. Como en los viejos tiempos.
En la tarea colaboró Reyes, más por su velocidad de pensamiento y obra que por su lucidez con el balón. Jugó tirando a mal el sevillano, pero su equipo se benefició de su rapidez. Falcao ofreció el primer gol a Gabi en un buen pase al hueco que el centrocampista resolvió con sutileza y propiedad.
El Rayo generó al menos cuatro claras ocasiones antes del descanso y chocó contra la sobriedad y la fuerza moral de Sergio Asenjo , que ayer empezó a reivindicarse ante la grada. Lo contrario que Koke, uno de los predilectos, quien dejó pasar un tren por precipitación y ansiedad. El Atlético jugó a empujones, a toques de corneta, en los que casi siempre estuvo Diego, incansable también en el trabajo defensivo. Cuando se revolvió dos veces y Falcao se lanzó como un relámpago a por el centro envenenado, el Rayo comprendió que había perdido la mañana. El 2-0 ya fue demasiado para los valientes vallecanos.
La contundencia de los goles había taponado las apariencias. El Atlético sigue mostrando una fragilidad defensiva de primer grado. Empieza por la inconsistencia de Mario Suárez —timorato y blando— y sigue por la banda de Perea y sus efluvios, las lagunas de Filipe Luis cuando de apretar al rival se trata o esa especie de zozobra que pivota sobre Miranda de cuando en cuando.
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