Cesc: «El silencio de antes del partido ante Chile asustaba»

¿Es el partido con el que más presión jugó ese equipo? ¿Más incluso que las finales?

La presión la teníamos siempre, pero en este caso era algo negativa. Si pasas a cuartos o a semifinales de un Mundial y te elimina Brasil, Alemania, Italia o quien sea, pues es diferente. Nosotros llegamos con muchas ganas y teníamos muchas posibilidades, pero el mero hecho de poder irnos a casa en la fase de grupos nos tenía inquietos. No te diré que había bloqueo mental, ni mucho menos, pero sabíamos que si no ganábamos nos íbamos para casa. No me gusta hablar de ridículo en fútbol, pero hubiera sido una oportunidad con ese equipazo que se nos hubiera escapado. Lo sabíamos.

El recuerdo es muy feliz, pero el camino estuvo lleno de espinas, sobre todo la fase de grupos.

En general, fue un Mundial muy duro. La gente está claro que se acuerda de la felicidad, pero fue muy difícil. Empezó con aquella derrota contra Suiza, el partido contra Honduras era máxima tensión, teníamos la obligación de ganar… Y el día de Chile sí que lo tengo en mente, recuerdo a la perfección aquel silencio… Fue muy diferente. Me acuerdo de las frases del míster, que nos decía que estábamos contra las cuerdas y que había que ganar sí o sí, pero que el mundo ahí no se acababa, se trataba de hacer nuestro trabajo y de disfrutar. Pero ese silencio era especial.

¿Era miedo?

Asustaba. Éramos un grupo que no notábamos mucho la presión, siempre estábamos contentos y había palabras y conversaciones positivas. Pero ese viaje en autobús hasta el estadio fue… Bufff… Era un partido difícil, muy difícil.

¿Qué recuerda de aquella noche ante Chile?

Yo tuve la suerte de salir pronto en la segunda parte y por eso me acuerdo más. Con el 2-0 se presentaba incluso cómodo y más después de una buena primer mitad. Pero no se sabe por qué salimos muy mal en la segunda, nos metieron un gol y recuerdo que el míster me llamó porque quería meter a mucha gente en el centro del campo y así tener el control. Era una sensación un poco rara porque es verdad que noté el partido controlado, pero era como que ellos no querían atacar, nosotros tampoco… Teníamos la pelota, dominábamos bien y a ellos les iba bien el 2-1. No fue fácil, pero en realidad fue más cómodo dado el resultado del otro partido. Más plácido de lo que pensábamos, pero extraño.

Los equipos sudamericanos dieron mucha guerra. El ejemplo está en Paraguay, en cuartos.

Sí, fue el partido más duro. Contra Chile tuvimos esa suerte de que se convirtiera en algo menos duro por las circunstancias, pero sí que es verdad que el día de Paraguay se nos atragantó, ellos estuvieron mucho más agresivos que nosotros, no encontrábamos el toque… El míster metió a Pedro para ganar profundidad, entro yo para tener más control y más llegada, y creo que lo consigue. Ese partido empezamos a dominarlo y a crear ocasiones y sí que es cierto que se nos aparece la virgen con el penalti que fallan ellos. A partir de ahí, fuimos más como éramos y empezamos a crear ocasiones, a dominar. Fallamos un penalti, luego me hacen uno a mí de libro en el rebote y llegó el gol.

También juega en la final e incluso es decisivo. Los tres cambios participan en la jugada del gol de Iniesta, además.

Sí, Jesús Navas, Fernando Torres y yo tocamos el balón antes de que Iniesta hiciera el resto. Yo había llegado muy justo a ese Mundial porque me rompí la pierna jugando contra el Barça. Cuando me puse muy bien, que fue pasado el partido de Chile y tras haberme ganado la confianza del míster en la tarde contra Paraguay, recibí un pelotazo tremendo de Torres en un partidillo de cinco contra cinco en la zona dañada dos días antes de las semifinales contra Alemania. Un pepinazo que lo bloqueo y me da justo ahí, en la cicatriz del hueso. Estuve contra las cuerdas, me hice una revisión e iba cojo que no podía ni moverme. De hecho, no pude jugar la semi prácticamente por eso y me quedo esa duda de decir: «joder, estoy bien y veo que no tengo nada». Pero claro, una vez no juegas la semifinal ya vuelves a estar con la incertidumbre de si van a confiar en ti en una final y más después de haber estado tocado. Al final, todo salió bien gracias a Dios. Cada vez que veo esa prórroga hace que sea uno de los partidos del que más orgulloso me siento de mi carrera.

¿Cómo fueron sus minutos en el campo?

Jugamos muy bien, cogimos el balón, empezamos a tocar, a ser más nosotros… La final había sido un poco como el día de Paraguay, se nos atragantó un poco, no éramos nosotros y ellos hacían muchísimas faltas. Yo creo que ayudé a tener más fluidez, más llegada, más control… Tuve dos ocasiones, una de ellas muy clara y otro chut desde fuera del área. Le hacen un penalti a Xavi en donde yo estoy con Andrés, la expulsión que provocamos entre los tres en una jugada… Y el gol. Ellos ya estaban fatigados y no llegaban a partir de la ocasión de Robben, se les apagaron las luces.

Hay que poner en valor que usted es el hombre que da el pase de gol de la final del Mundial.

El valor es el que cada uno le quiera poner. Yo tengo muy claro lo que fue, lo que es y lo que será esa asistencia. Lo más difícil es meter el gol y Andrés estuvo ahí en el momento exacto. Pero no es una cosa ni de uno ni de dos. Fue un grupo con mucho carácter para superar todos los malos momentos, el premio fue muy merecido.

¿Llegó a desconcentrarle ver tan solo a Iniesta?

Yo lo que vi es que Van der Vaart intenta salir rápido para hacer el fuera de juego y a mí eso me ayuda a concretar el momento en el que tengo que dar el pase. Fue una jugada muy rápida, con una entrega digamos que mala de Fernando Torres. Con mucha intención, pero que no llega bien. A mí el balón me pasa y tengo la intuición de que va a caer ahí, de que Van der Vaart va a despejar mal, y él, al no ser defensa, que es algo que nos podía haber pasado a todos los que somos centrocampistas o delanteros, salió mal. Eso me ayudó cuándo dar el pase y Andrés la dejó botar y luego la pegó muy bien.

¿Ha celebrado algún gol con más entusiasmo?

Es difícil. El penalti contra Italia, en cuartos de la Eurocopa de 2008, puede estar a esa altura, pero esto era un Mundial. Y después de lo mal que yo lo había pasado, al llegar tan justo, al no haber participado mucho, pues fue como una liberación. Había hecho un año espectacular y me encontraba muy bien. Cuando tienes dudas mentales, el estar y colaborar en momentos importantes te ayuda y te refuerza. Puede ser que la explosión de esa celebración haya sido la más grande que he vivido en un campo.

Dadas las circunstancias, y ahora que la cifra es redonda, ¿se acuerda más de lo que pasó hace diez años?

No necesariamente. Con todo lo que ha pasado estos últimos meses, la verdad es que bastante tenemos… Pero sí que es cierto que al principio de estar confinados empezaron a dar partidos y vi la final, que hacía muchísimos años que no la veía. Me gustó mucho recordar ese momento, pero ni me di cuenta de que iban a pasar diez años. Me he dado cuenta porque los periodistas nos habéis llamado para algún reportaje, pero no lo tenía en mente. Ha pasado muy rápido.

¿Usted se acuerda con frecuencia de aquella gesta?

A ver, sabes que lo eres, pero no lo recuerdas diariamente, ni mucho menos. Sale el tema, sale alguna imagen y entonces te viene a la mente.