La encrucijada de Pedro y el Barcelona

La situación del futbolista y del club no es nada fácil. Para ninguna de las dos partes. El tinerfeño no quiere abandonar el Barcelona , donde se ha hecho como persona y jugador. «No sé lo que pasará, pero sí sé que siempre seré del Barça », decía melancólico después del partido ante el Sevilla . Pedro sabe que ningún otro club le garantiza la proyección y la posibilidad de ganar tantos títulos como el azulgrana, pero también es ambicioso y aspira a jugar más minutos que la última temporada. Muchos más. Y con el tridente por delante, el panorama se le complica. Más allá de Barcelona , la Eurocopa de final de temporada también está en su mente. Y si Messi, Neymar y Luis Suárez están sanos, sabe que será difícil convencer a Del Bosque para que le haga un hueco.

Para el Barça , la encrucijada también es de aúpa. Sin poder inscribir jugadores hasta enero, la salida de Pedro dejaría muy coja a la plantilla de Luis Enrique en la línea de ataque. Por eso, tanto el entrenador como el secretario técnico, Robert Fernández , han manifestado pública y reiteradamente que «la plantilla está cerrada». No quieren que ningún jugador abandone el club. Pero en caso de que algún club quiera pagar la cláusula de rescisión de un futbolista con su consentimiento, no podrían hacer nada.

La del canario es de 30 millones de euros, una cantidad a la que el Manchester United no parece dispuesto a llegar, lo que está alargando esta incómoda coyuntura. Los nervios están a flor de piel a tres semanas del cierre del mercado. El comienzo de las competiciones oficiales empieza a reducir el margen de maniobra para todas las partes, que siguen sin ceder. Pedro y Robert mantuvieron un amargo cruce de declaraciones en Georgia , dejando clara la inquietud que existe. El secretario técnico manifestó que el futbolista le había solicitado irse, unas palabras que no sentaron nada bien a Pedro , que las calificó de «muy desafortunadas». Ni siquiera la felicidad por el decisivo gol que logró pudo evitar este pequeño ajuste de cuentas.

Sus compañeros le arropan como a un hermano y suspiran por su continuidad, por su juego y por su amistad. Pero el delantero canario no lo tiene tan claro. La encrucijada en la que se encuentra no dibuja una solución fácil.