Atlético de Madrid

Diego Costa, la fiera domada

El delantero del Atlético de Madrid no fue el guerrero que acostumbra y terminó diluido en el ritmo mortecino del partido

Diego Costa, la fiera domada afp

emilio v. escudero

La figura de Diego Costa no pasa desapercibida. Ídolo para los que le quieren y diablo para los que ven en él un jugador fullero, más pendiente de la trampa que de hacer gol. Ayer en el Calderón, todos esperaban su protagonismo, después de una ... semana en la que había centrado las miradas por el perdón que el Comité le otorgó para poder estar presente en el césped ante el Madrid.

Se le esperaba, pero no apareció, extrañamente tranquilo y reacio al choque. El brasileño se movió bien entre líneas, poniendo en problemas a Nacho y a los centrales, pero sin la trascendencia del partido del duelo en el Bernabéu. Entonces, Costa se las tuvo con Sergio Ramos, con el que acabó a salivazos en un choque en el que saltaron chispas. Un enfrentamiento que se quedó en el campo y que ayer no tuvo continuidad por la ausencia del sevillano.

En su lugar, Carvalho y Albiol ejercieron un efecto clorofórmico en él, que le arrancó las agallas y la lucha. El coraje. Sin eso, el brasileño es un jugador menor, que dejó huérfano el ataque rojiblanco. Una acción suya provocó que Pérez Lasa le sacara la amarilla a Albiol, una de las pocas con signo positivo que salieron de sus piernas. Se contagió luego del ritmo mortecino del partido, desaparecido en combate como el resto de sus compañeros. Ni siquiera un posible penalti de Carvalho hizo que reaccionara para protestar al árbitro.

Sí lo hizo con el gol de Di María, antídoto para el encuentro y también para el brasileño. Fueron treinta minutos de asedio rojiblanco, con el brasileño más entonado, pero siempre alejado del rol tosco y agresivo que se le suele acreditar.

De hecho, el que recibió los palos fue él, en una acción con Nacho que pudo ser falta (estaba claramente fuera del área), pero en la que Pérez Lasa creyó que se había tirado y le sacó la amarilla. Esa que le impedirá -salvo nuevo perdón del Comité- disputar el próximo encuentro en Riazor ante el Deportivo.

Su única pasada de revoluciones la protagonizó con Pepe, en un choque en el que el portugués se llevó la peor parte tras un rodillazo involuntario de Costa que no pasó a mayores. Fue el partido tranquilo de Diego Costa, en un derbi -uno más- que deja triste a la grada del Calderón y feliz a la afición blanca. Otro derbi, y van 14 años, sin que los rojiblancos sonrían ante el Madrid.

Diego Costa, la fiera domada

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios