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Tour de Francia

El Tour se fija en la Vuelta

Empieza mañana con un cambio de estilo: etapas más cortas y explosivas para mitigar el dominio del Sky y Chris Froome

J. GÓMEZ PEÑA

Cuando nació, el Tour era una carnicería. Etapas de más de 400 kilómetros, salidas de noche, cuestas sobre caminos de piedras … El padre de la ronda gala, Henri Desgrange, soñaba con ver llegar a París a un solo corredor. El superviviente. El gladiador ... que queda en pie sobre la arena goteando sangre suya y ajena. El tiempo y el progreso suavizaron el Tour, que durante décadas adoptó un modelo de éxito: largas contrarrelojes, sprints y doble ración de montaña repartida entre los Alpes y los Pirineos. El eco mediático del Tour era tal que se podía permitir hasta el aburrimiento. En más de una edición, incluida la era de Lance Armstrong, el campeón aseguraba su triunfo final casi una semana antes de llegar a París. Otras carreras como la Vuelta a España se tenían que estrujar la mente para atraer al público. El Tour no. Era inmune. Pero ya no lo es tanto.

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