Paliza histórica en el Palau

El Real Madrid llegaba al Palau con la herida aún abierta por la derrota sufrida allí hace solo dos semanas. Un traspié inesperado y doloroso, el primero en la Liga Endesa, que le sirvió para no salir ayer confiado a la cancha. El panorama era el mismo, con un Barcelona plagado de bajas, pero la puesta en escena de los blancos fue muy diferente.

Un parcial de 9-1 nada más comenzar el duelo y la férrea defensa sobre Tomic anticipaban un desenlace distinto. Sin la aportación del croata, solo Rice amenazaba el aro del Madrid . Un argumento solitario que se disipó merced al vendaval ofensivo comandado por Sergio Llull. El base atraviesa un gran momento y su puntería ayudó al Madrid a romper muy pronto el partido. La distancia de doce puntos al final del primer cuarto (17-29) era ya de 23 al descanso. Una brecha insalvable para el maltrecho vestuario azulgrana, escaso de efectivos y de confianza.

La desesperación de Bartzokas en la banda era evidente. Impotente por primera vez en la temporada, el griego no encontraba el antídoto contra la superioridad de su rival. «No entiendo por qué mis jugadores han dejado de luchar. No podemos caer más bajo. Esto nos tiene que servir de lección para el futuro », apuntaba el técnico griego tras el partido. Antes, había sufrido al Real Madrid, un muro infranqueable para un Barça sin recursos que encontró en Randolph a su pesadilla particular. El americano colocó dos tapones a Dorsey que son historia de la Euroliga . Dos acciones bellísimas que viajarán por todo el mundo y que supusieron el principio del fin para el conjunto catalán. Hasta entonces, los de Bartzokas albergaban esperanzas de remontada, pero a partir de ahí el choque fue un vía crucis insalvable para ellos (31-54, min. 20).

La distancia en el marcador iba creciendo ante la incredulidad del Palau, cuya indignación crecía con cada canasta del Real Madrid (44-75, min. 29). Reyes, Carroll, Doncic, Llull, Maciulis... todos encontraron su cuota de protagonismo en un triunfo coral en el que que se recordará para siempre entre las aficiones de los dos equipos. «Todo el mundo que ha salido a la cancha ha sido importante. Todos mis jugadores han entendido la responsabilidad del partido y estoy muy contento», reconocía Laso al final del choque, al tiempo que pedía prudencia.

Con el choque resuelto, el Real Madrid no bajó la guardia. Olió la sangre y optó por no soltar a su presa . Estaba reciente la derrota de la ACB y los blancos optaron por hacer daño y competir hasta el final para aumentar la distancia hasta hacerla sonrojante. Desarbolado y sin respuesta, el Barcelona tiró de orgullo para maquillar un poco el marcador que llegó a reflejar una diferencia más abultada (54-101) y que finalmente se quedó en los 39 puntos de diferencia finales. Un castigo histórico de difícil explicación que deja muy tocado el vestuario azulgrana y que rompe la racha de dos victorias consecutivas de los azulgranas ante el Madrid.

« Queremos pedir perdón a todos los aficionados que vinieron a apoyarnos al Palau . No sabemos lo que ha pasado. Tenemos que hablar mucho estos días, estar unidos y pensar en el futuro», apuntaba Koponen, uno de los más tocados en el vestuario del Barcelona, donde hubo incluso lágrimas de impotencia que contrastaban con la alegría que desprendía el autobús del Real Madrid. Venganza que deja muy tocado a su máximo rival, roto por una derrota histórica de la que le será muy complicado levantarse.