Un destello impulsa al Atlético

La gente se preguntaba en la grada cómo influye la sensación de frío intenso en los jugadores y en el devenir del partido. No había valiente sin gorro, bufanda, guante o cualquier otra prenda de abrigo en la noche más gélida desde que el Wanda existe. No parece que cunda una relación de causa-efecto entre la temperatura bajo cero y el rendimiento de los futbolistas. No, al menos, en el Atlético.

Durante cuarenta y cinco minutos, la tropa de Simeone se reconoció en el espejo, se sintió reconfortada por el reconocimiento de sus hinchas, vivió como en los mejores días del cholismo. Esa intensidad global, esa pierna robusta siempre dispuesta a molestar al enemigo, un constante trajín por la bandas y una circulación del balón dinámica, sin la premiosidad de otras tardes ni el recurso simplón al pase atrás.

Tal vez algo contribuyó la alineación a esa inversión en la tendencia. Koke y Saúl pastorearon al grupo con otra agilidad, más anticipación en el pase al compañero, más celeridad en la combinación. Por ahí se intuyó otra cosa en el Atlético. Marcelino García Toral salió de su cueva a los cinco minutos y se plantó en la franja del área técnica con ese ademán tan futbolero del ¿qué pasa aquí? y los brazos en jarra reclamando explicación al baño.

Jugó bien el Atlético, vivo en la recuperación, emprendedor en la elaboración. A veces puede bastar con no imaginar la siguiente maniobra conservadora que siempre, como un reloj preciso, acaba sucediendo. Los grandes futbolistas, los que separan la paja del grano, son aquellos que siempre ejecutan lo que pide la jugada que imagina el aficionado desde la grada. No marcó el Atlético porque Neto le sacó un gran tiro a Saúl en una buena estirada y, unos minutos más tarde, canceló el rotundo testarazo de Giménez con una palomita estupenda.

El Valencia se presentó en el Wanda con un terno vistoso. Naranja destellante sobre fondo negro luminoso. Dorsales gigantes en la espalda, diseño lustroso en estos tiempos. Jugó cohibido ante la propuesta inicial de su enemigo, que amenazó durante muchos minutos con llevárselo por delante. No lo hizo y comenzaron a aparecer sus jugadores competentes. Kondogbia , poderoso por el centro, granito puro y buen manejo del balón. Parejo, consecuente en el toque, Gayá, más o menos profundo por su banda. Un grupo trabajador que anuló en defensa a Diego Costa en el primer tiempo y que no permitió a Griezmann caracolear desde la media punta.

Por esa refriega intensa en las áreas, Simeone se quedó sin centrales en ell minuto 60. Se había marchado Savic con un percance muscular y también se fue Godín con un golpe. Recompuso a su equipo al técnico con Juanfran y Vrsaljko en los laterales y Lucas de central, y el Valencia siguió sin adivinar cómo meter el diente a su adversario.

Estaba el partido en fase dubitativa cuando un destello de Correa lo cambió todo. Un derechazo imprevisto a la escuadra recompensó al Atlético y despertó al Valencia , Simeone incluyó a Gabi, garantía defensiva y anticipó minutos de zozobra. Sucedió lo previsible. El Atlético se replegó más de lo aconsejable, el balón rondó a Oblak más que en 60 minutos, Costa empezó a pelear por pases sin tino y el tiempo corrió despacio para el club local. No logró empatar el Valencia porque mosró un talento para desnivelar el rumbo de la noche.