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Continuidad para que el Betis siga mejorando

Desde la distancia se observa un Betis cambiante y mejorado en los últimos años y la continuidad de esta gestión es lo mejor que se puede desear ahora mismo para la entidad

Ángel Haro y José Miguel López Catalán, presidente y vicepresidente del Real Betis respectivamente RBB
Gerardo Torres

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Me superan las diferencias agrias y de aire casi fratricida entre béticos. Me refiero a aquellas que huelen a azufre, a esas en las que la acritud gana por goleada a la educación. Y además, me decepcionan mucho. Tengo que decir que no estoy al ... día de los conflictos societarios o políticos del club, y seguramente por eso me chirrían tanto los rifirrafes que conozco a través de los medios, que leo en las redes sociales o que me cuentan los colegas que sí están al tanto de las ambiciones y las rencillas que se cuecen en el entorno bético. Lo que sí sé es que percibo desde la distancia una oposición aparentemente minoritaria pero muy agresiva a los actuales dirigentes de la entidad y que su razón de ser tendrá, o no, pero que desde luego no parece coherente con la evolución que marca la entidad en los últimos tiempos, y esto me sorprende, me extraña y me disgusta porque, francamente, me parece que no le hace bien al club, a sus equipos y a sus deportistas. Reconozco que, por norma, me repele todo lo que excede de una discrepancia respetuosa, pero que se sobrepasen las rayas rojas del civismo cuando se habla de asuntos relacionados con el club al que unos y otros atendemos y amamos me parece ilógico, y por ello lo tolero aún menos. Influye en esto que soy de los que creen en la legitimidad, en el bien común y en el interés general, y por eso creo que la única actitud coherente con esta posición, en todos los órdenes de la vida, es la de apoyar y ayudar en la medida de lo posible a los que están al frente de cada nave en la que, por obligación o por devoción, nos vemos embarcados en cada momento, algo que a veces, por supuesto, se puede y hasta se debe hacer a través de la crítica constructiva, esto es sin saña. En mi opinión, en condiciones normales hay que apoyar a quienes afrontan la difícil responsabilidad de tomar decisiones para el bien del conjunto, salvo que esté perfectamente comprobado que aquellos que en un momento dado dirigen un proyecto son verdaderos enemigos del mismo, un peligro objetivo para la causa, por las razones que sean. Creo que apoyar es inteligente. Y entender que hacerlo no implica que uno comparta el criterio que respalda requiere cierta inteligencia. La virtud no es para todos los públicos. Hoy es frecuente leer en las biografías de Twitter —me refiero a las de las cuentas fiables, claro, no a las del clásico PANI (Perfil Agresivo No Identificado)— eso de que «like o retuit no significa estar de acuerdo», es decir, que el acto de destacar un comentario, de quien sea, no significa necesariamente que uno comparta la opinión o la haga suya, sino que por algún motivo la considera relevante, y en esto cabe incluso que sea por todo lo contrario, o sea, por estar en desacuerdo con ella. Pues bien, igual que «like o retuit no significa estar de acuerdo», apoyar al que está al timón no debe entenderse siempre como seguidismo, pero este pensamiento exige una mínima capacidad analítica que, aunque muy básica, probablemente no está al alcance de todo el mundo.

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