Amor bético
Consolidada la quinta plaza con dignidad en el Bernabéu, lo que pienso ahora, en medio de la tormenta Mbappé, es que quisiera que el Betis no tuviera necesidad alguna de vender, y que sus jugadores relevantes, como Guido, requieran ofertas estratosféricas para pensar en salir
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Iniciar sesiónEl Betis tiene que vender. Es lo que leo desde hace varios días. Tiene que traspasar —dicen, que yo no lo sé—, porque al parecer necesita 25 millones de euros para que cuadren las cuentas de la temporada. Maldito fútbol. ¿Cómo es posible ... que un ejercicio como este, con récord de abonados, con tanto partido, un largo recorrido en la Europa League, el título copero y nueva clasificación europea requiera de ventas por valor de 25 kilos para que cuadren los números? Maldito fútbol, insisto. Extraño fútbol.
Y voy más allá. ¿Cuántos futbolistas buenos ha vendido el club bético en los últimos años por cantidades apreciables? Hablamos de Ceballos, de Fabián, de Junior Firpo, de Lo Celso… ¿Cuánto suma todo esto? No poco, desde luego. Sí, ya sé que la entidad venía de una etapa crítica y de un concurso de acreedores que lo salvó de la desaparición, literalmente, porque el título, «con-cur-so-de-a-cree-do-res», parece una «chuminá» pero viene a ser el último recurso para afrontar una quiebra técnica, que no es cuestión baladí. Cuando desembarcaron en los despachos de Heliópolis quienes hoy gestionan el negocio verdiblanco, el club salía de una ruina muy grande, que es lo que suele quedar en cualquier sitio por el que pasen personajes del pelaje de los que le tocó padecer a la sociedad bética no hace tanto tiempo, y todo esto se acusa por varios años, no se solventa de la noche a la mañana. Bien, vale. Pero, después de eso, bien es verdad que teniendo que torear el desastre de la pandemia, se han hecho todas esas ventas estupendas y al final ha llegado esta temporada mágica que todos, intuyo, podríamos firmar para muchos años. Entonces, ¿hasta cuándo va a vivir el Betis en esta precariedad, en esta obligación de traspasar a algunos de sus mejores futbolistas, activos valiosos del balance, para seguir subsistiendo?
Son preguntas que podría estar haciéndose cualquier bético hoy mismo. Todo tiene siempre una explicación, por supuesto, y supongo que la situación actual también, pero a vista de pájaro cualquiera podría pensar que corren buenos tiempos para la tesorería del Real Betis y que contando con el apoyo bien fidelizado de una afición que además nunca falla, jamás, debería encontrarse en una situación económica y financiera envidiable, suficiente para retener el talento del que dispone e incluso captar más en el mercado que tan bien parece dominar Antonio Cordón, que en las últimas temporadas ha reforzado convenientemente el plantel con un desembolso irrisorio, propio de club pobre.
¿Es pobre el Betis?
Propio de club pobre, repito. Sabemos que no todo el monte es orégano, vale, pero, ¿es el Betis un club pobre? Me falta información y me sobran evidencias, que como dicen en las películas de detectives, no son pruebas. «El Betis puede ser un club pobre, claro, depende de con cuál lo compare usted». Ea, pues ya estamos. El listo de la clase ha hablado, pero sin sacarme de la duda, para variar. La cuestión es qué poderío financiero tiene la entidad. Qué previsión de ingresos, de pagos y de tesorería. Qué crédito merece y qué capacidad de endeudarse le respalda. Qué músculo puede exhibir a partir del tope salarial este que impone la Liga de Fútbol según qué casos, que para algunos está muy claro y para otros es un listón incierto, confuso y muy flexible. Pero muy.
¿Es necesario vender a Guido o, como alternativa, a otro de los valores que han sustentado el ya conocido como «milagro bético del 22»? Pues parece que algo de esto hay, sí, que hay que hacer caja de nuevo para poder seguir adelante sin mayores sobresaltos, y es una pena. Y un hándicap, por supuesto. Es un hándicap porque habría que desear, por lo menos, que tuviera la capacidad de retener a sus mejores piezas. Dentro de un orden, claro. Que muchas veces una cosa es que puedas y otra que debas. Todo el mundo puede ser importante, pero en realidad nadie es imprescindible, y darle a un solo futbolista las llaves de la hucha puede no ser una buena idea, aunque el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, no parece pensar lo mismo. Uno siempre se preguntaría, en la ensoñación propia de la ingenuidad más inmadura, por qué se van. ¿Por qué se fue en su día Luis Del Sol? ¿Y Rafa Gordillo? ¿Por qué se fue Fernando Morán al Barcelona? ¿Por qué se fue Joaquín al Valencia? El dinero, no nos engañemos, es un factor determinante en estas decisiones, pero no tiene por qué ser el único. Hay más, y pueden ser muchos. Por esto, cuanto más aspiracional sea un club, mejor. Hoy sabemos cuáles son las empresas más grandes y que más dinero ganan y también sabemos, porque hay consultoras que lo estudian, cuáles son las mejores para trabajar. Hay empresas ricas que son infernales de puertas adentro y hay otras que no parecen ser tanto y, sin embargo, ofrecen una experiencia de empleado envidiable. Pues eso, el Betis tiene que ser aspiracional para los profesionales del fútbol para poder jugar la baza de retener ese talento desde el cual hay que crecer, sumando más. ¿Esto es lo que ha pasado con Mbappé? Vaya usted a saber. Nos toca muy de lejos este asunto y no vamos a hacer conjeturas, que para eso ya las están haciendo los que llevan dos años asegurando que el francés iba a recalar este verano en el Real Madrid sí o sí. Lo que sí me gustaría a mí pensar es que Mbappé no se ha quedado en el PSG por dinero. Lógicamente esto es lo que en España se está vendiendo con certeza completa, sin lugar para la duda, que el delantero galo ha firmado la renovación porque le van a pagar mucho más y su «espantá» ha sido simplemente cosa del maldito «parné». Pero, ¿y si Mbappé es de verdad del PSG desde «chiquetito» y simplemente ha estado buscando la mejor oferta posible de su club para quedarse? Podrá pensar usted que estoy desbarrando, pero lo cierto es que el muchacho ha decidido quedarse en una Liga menor, aunque muy bien pagado, y no es fácil digerir esto cuando hablamos de quien todos los expertos coinciden en señalar como el líder del fútbol europeo para los próximos años.
Siempre en casa
Dejemos de agitar la imaginación. En el fondo nos da igual Mbappé Lo que sí he pensado yo a raíz de este asunto es que a mí me gustaría, me encantaría, que los futbolistas del Betis, ante ofertas iguales, o parecidas, eligieran siempre quedarse en Heliópolis. Ese debiera ser un reto, un propósito que se impusiera el consejo de administración de la sociedad albiverde. Claro que sí. «Es que lo de Mbappé no tiene nombre». Bueno, es posible que sea un hombre sin palabra, claro, no tengo criterio para poder valorar o enjuiciar esto. Pero es que a mí me gusta pensar que si yo fuera futbolista del primer equipo del Betis, muy poco tendría que cobrar aquí para aceptar una oferta de traspaso. Y lo mejor es que estoy convencido de que la mayoría de los béticos comparten este pensamiento, que en efecto parece una auténtica estupidez en los tiempos que corren.
Terminada la temporada de forma digna, amarrando la quinta plaza en el Santiago Bernabéu, ahora me gustaría que el Betis no necesitara vender a nadie para mantenerse a flote, y quisiera que los futbolistas que sienten los colores, que haberlos haylos, requieran ofertas estratosféricas simplemente para tener la duda de aceptar un traspaso. Eso sería de verdad el amor bético, el que parece sentir Guido Rodríguez, que según las informaciones de buenos periodistas que he podido leer ya le ha dicho al Betis que no quiere ser traspasado. Yo tampoco quiero que se vaya, y menos después de esto último. Es otra forma de calibrar el amor bético. Reciprocidad pasional.
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