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Tour de Francia

Armstrong no es bien recibido

La presencia cerca del Tour del americano molesta a la caravana de la ronda por el legado envenado que dejó

Armstrong no es bien recibido

J. G. P.

En el Tour de 1931 Henri Desgranges, patrón de la carrera, tenía un temor: que ningún corredor llegara hasta París, meta tras más de cinco mil durísimos kilómetros de baches. Al final, terminaron la prueba 35 de los 85 participantes. Desgranges disfrutó en la capital ... francesa con el triunfo de Antonin Magne, ídolo nacional. Alivio. Aunque se guardó su secreto: tras la etapas, el propio Desgranges repartía fármacos dopantes entre los ciclistas. Les ayudó a alcanzar París. El ciclismo y el dopaje han compartido el mismo camino. No hay manera de que se despeguen. Y menos en el Tour, la gran caja de resonancia. Eso lo sabe bien Lance Armstrong, desposeído de sus siete triunfos en la Grande Boucle y de toda competición. Un proscrito. «Soy ese fulano al que todo el mundo finge no haber conocido», dice ahora. Eso no le va bien a su personaje, arrogante, presumido, el centro de cada fiesta. Como el Tour no le quiere ni ver, recorrió ayer y recorre hoy dos etapas por adelantado de la ronda gala para recaudar fondos destinados a la lucha contra el cáncer. «Es un falta de respeto», le critica Brian Cookson, presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI).

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