Stybar se anticipa al sprint

Gilbert, campeón del mundo, todavía no ha ganado con el arcoiris, preso por la maldición que conlleva el maillot más preciado del pelotón. Hoy atacó a siete kilómetros del final, en la entrada a Mairena de Aljarafe, y Stybar le siguió. Los dos son nombres importantes en las clásicas de primavera: Gilbert las dominó en sus mejores momentos, y Stybar es una aparición reciente.

Este año estaba en camino de disputarse la París-Roubaix en el velódromo con Cancellara y Vanmarcke , pero un espectador se le cruzó en el último tramo de pavé, el mítico Carrefour de l'Arbre, y le llevó al suelo. Fue sexto. Hoy, junto a Gilbert, se benefició del curveo y las carreteras estrechas en los últimos kilómetros y, sobre todo, de que no hay ningún súperequipo que quiera que haya sprints porque no hay grandes sprinters. Nadie tiene garantizada la victoria; todo está tan abierto que nadie se atreve a apostar para que se lo lleve otro.

Así que Gilbert y Stybar se plantaron a 300 metros de meta con la etapa en el bolsillo. Sólo quedaba decidir quién de los dos la celebraría. Con la amenaza de que el pelotón les cogiera en el último impulso, Stybar lanzó el sprint muy pronto y muy fuerte . Había cogido unos metros de ventaja que olían a victoria cuando Gilbert le empezó a remontar, tanto que parecía que había ganado. Stybar levantó los brazos para disipar las dudas; si hubiera habido cinco metros más de etapa, el ganador habría sido Gilbert. De alguna forma, Stybar vengó a Martin , su compañero de equipo. «No hemos tenido que esperar mucho», decía después de la etapa.

En el barro, Stybar llegó a ser el mejor, campeón del mundo en 2011 y 2012. En el asfalto está demostrando que es muy bueno y que nos vamos a acostumbrar a verle brillar: tiene un gran potencial para las clásicas. Hoy lo ha probado. Mañana las llegadas llanas, que no los sprints, dejan paso al Alto de Peñas Blancas , de primera categoría, en el que Valverde y Purito intentarán quitarle el maillot rojo a Nibali .