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LA URRACA

La salida del túnel es la belleza

Somos seres tristes los seres humanos, dedicados a cavar túneles como los topos ciegos, cuando no somos topos y no somos ciegos

«La encantadora de serpientes», de Rousseau
Andrés Ibáñez

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Uno de los comienzos más tremendos del cine es el de una película bastante poco conocida titulada Blast of Silence , Explosión de silencio , dirigida por Allen Baron en 1961. Comienza en la oscuridad total, con una voz en off que dice «naciste en medio de la oscuridad y del dolor» , y luego va relatando las vicisitudes de un parto. Escuchamos los gritos de la madre, a la que la voz tranquiliza con cierta ironía desapegada, y luego el llanto del recién nacido. Y todo el rato baila ante nosotros un punto de luz en medio de la negrura, que poco a poco va creciendo de tamaño hasta que comprendemos que se trata de la boca de un túnel, y que nos encontramos en un tren que avanza por este túnel a toda velocidad. Y cuando el niño nace, el tren sale del túnel y comienza así una vida, hecha de velocidad y perfectamente encauzada en un cairel del que es imposible salir.

Enseguida el tren llega a una estación subterránea en Manhattan . El niño ha nacido en un túnel, ha surgido del túnel y del túnel ha llegado a otro túnel. Hay una insinuación de que esta ciudad en la que estamos, Manhattan, está toda hecha de túneles. Seguramente todas las ciudades no son otra cosa que túneles que horadan la oscuridad, aunque los túneles se eleven en edificios, en palacios, en terrazas. También Madrid está hecha de túneles, y ahora más túneles, y todavía más túneles. Somos seres tristes los seres humanos, dedicados a cavar túneles como los topos ciegos , cuando no somos topos y no somos ciegos. Cuando podríamos hacer tantas otras cosas. Por ejemplo, buscar una salida de este laberinto en el que, sin darnos cuenta, nos hemos metido. Pienso en La encantadora de serpientes de Rousseau . Recuerdo la primera vez que vi este cuadro. Solo era un niño, y no me podía creer tanta belleza. Recuerdo que miraba el cuadro con incredulidad, con maravilla, como diciéndome, «ah, pero esto ¿puede hacerse?». Ahí, en esa belleza, ahí está la salida. No hay otra salida que esa belleza. Fuente de sabiduría, camino y lámpara.

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