LIBROS
Otro tópico que cae sobre el legado español
Felipe Fernández Armesto y Manuel Lucena recaban la extraordinaria labor que se llevó a cabo a lo largo de los siglos en la construcción de canales, puertos, puentes...
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Iniciar sesiónRecordaba George Steiner que los estereotipos son «verdades cansadas», y tanto que lo son. Verdades gastadas y leyendas inventadas que parten de una realidad. Hay tópicos, estereotipos instalados en la Historia que permanecen a lo largo de los siglos. Uno de ellos ha sido ... ese que señalaba la decadencia del Imperio español y su orfandad respecto a la ciencia y a la técnica. Ya, para empezar, resulta, cuando menos paradójico que se hable de decadencia en un Imperio que permaneció incólume durante tres siglos, menuda decadencia es. Pocos Imperios, que lo han sido, no firmarían una decadencia semejante.
Y ante esa repetida decadencia se abren hoy nuevas vías de investigación que rompen la leyenda para acercarse, mediante documentos, rigor y ejemplos, esencia de la reconstrucción histórica, a una más certera visión de lo que ocurrió. Una de las vías irrefutable es un aspecto que solía si no ocultarse, sí pasar inadvertido para el común de los curiosos y que ahora encuentra la réplica en el libro ‘Un Imperio de Ingenieros. Una historia del Imperio español a través de sus infraestructuras’ de los historiadores Felipe Fernández Armesto (Londres, 1950) y Manuel Lucena Giraldo (Madrid, 1961).
Capítulo esencial
Si como suele afirmarse «las estadísticas son lágrimas petrificadas», y, «las matemáticas no son opinión», aquí los que se muestra, en cerca de quinientas páginas, es la extraordinaria labor que se llevó a cabo a lo largo de los siglos en la construcción de canales, puertos, puentes, fortalezas, hospitales, edificios públicos, minas, caminos de postas y, por supuesto, ciudades. Nada menos. Ingenieros civiles y militares, técnicos en la construcción de diversa índole y procedencia, oficiales de la Marina, científicos -entre ellos, notables botánicos-, geólogos, geógrafos, administradores, religiosos constituyen la nómina de un capítulo esencial en el vasto territorio del Imperio. El volumen se ocupa de estudiar, narrar y fijar, con un minucioso desarrollo histórico y conceptual, lo que ocurrió con las obras públicas desde 1492 hasta 1898. Fue un proceso de vastas consecuencias para la historia de la ingeniería.
Como afirma uno de sus autores, Lucena Giraldo, este proceso fue posible por la « integración de élites multiétnicas a escala global y la construcción de obras públicas, resultado y expresión de la red de intereses que lo sostenía.»
Precisión y amenidad
Había que atender a una extensa geografía que comprendía todos los accidentes del terreno que pueda alguien imaginar: enrevesadas selvas, abruptas cordilleras , zonas desérticas, llanuras infinitas. Todo ello requería una precisión en los estudios y ejecución imponente. Hasta el punto que, como subraya Felipe Fernández Armesto, las infraestructuras resultaron más poderosas allí, al otro lado de los mares que en la propia península y en su metrópoli.
Resulta raro que se hable de decadencia en un Imperio que permaneció incólume tres siglos
El libro recorre, con la precisión y amenidad de dos autores formados en la disciplina oxoniense, los capítulos determinantes de la presencia española en América y Asia, con la muy agradecida voluntad de que su narración llegue al lector común, curioso y crítico. Escrito con soltura, amenidad, con un estilo limpio y claro, sin menoscabo, claro está, de que tal amenidad no dañe la obligada precisión historiográfica y la descripción pormenorizada, sumamente atractiva , se describen las obras, quienes las realizaron, cuál fue su repercusión y trascendencia en el conjunto del Imperio. Por sus páginas, desfilan las fortificaciones de fronteras, la complicada construcción de los puertos, kas características de los arsenales, la exigida fortificación (qué formidables ejemplos se destacan) de fronteras con el fin de rechazar las muy diversas y constantes agresiones, la continua creación de hospitales en atención a una idea avanzada de la sanidad, el desvío o adecuación de las vías fluviales, y, de manera singular, el trazado de los caminos reales.
Peligrosos viajes
Una obra clásica de la literatura hispanoamericana, ‘El Lazarillo de Ciegos Caminantes’ de Alonso Carrió de la Vandera (Gijón 1715-Lima, 1783), cuyo seudónimo era «Concolorcorvo», administrador del Correo Real en el Virreinato de Perú, destaca la abrumadora eficacia de los servicios de posta que cubrían la ruta Lima-Buenos Aires, gracias al Camino Real establecido entre ambas poblaciones por los ingenieros que no tenían nada que envidiar a los más reconocidos en Europa. Del mismo modo, la industria naviera tuvo que hacer frente, gracias a La flota de Indias, del numeroso, variopinto y peligroso viaje de gentes, bienes y materiales que exigían también una precisión técnica impecable en el diseño y elaboración de las naves.
Estudian, narran y fijan lo que ocurrió con las obras publicadas desde 1492 hasta 1898
Un ejemplo sería la primera vuelta al mundo comenzada por Magallanes y culminada por Elcano, que pondría de manifiesto el papel esencial de España y Portugal en la ciencia de la Edad Moderna, lo que abría un nuevo enfoque hacia el final de otro tópico como era la Revolución Científica y el comienzo de la era global y permitía, así, mostrar, y demostrar cómo la ciencia ibérica no era un aparte de la ciencia moderna.
Este libro de Armesto y Lucena viene a confirmarlo de manera harto concluyente, algo así como recuperar para la historia de la ciencia , a manos, cómo no, de la historiografía anglosajona, el lugar que al Imperio español le corresponde. Libro imprescindible, soberanamente escrito, para que otro tópico caiga, por fin, en el olvido.
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