El MUSAC se convierte en un gran archivo

Como sus responsables indican, «entendemos por notación -gesto o hecho de anotar- al sistema de signos convencionales que se adopta para expresar conceptos matemáticos, físicos, musicales...». Nos encontramos así con una gran variedad de registros y fines, donde se ha seleccionado artistas de diversas trayectorias y estilos, desde autores de la performance como La Ribot o Esther Ferrer hasta Ignasi Aballí y sus listados, lo que brinda la posibilidad de (re)descubrir, quizás, la riqueza que este método de trabajo, tan cotidiano -e incluso «democrático» o accesible- aporta al traducirse a lenguaje artístico.

La muestra, rica en contenido, es para degustar de manera pausada, ya que una visita rápida dejaría muchas incógnitas al visitante. Si algo enfatiza es la capacidad demostrada en estos últimos años por el centro que la alberga para buscar nexos y recuperar figuras que no pertenecen al mainstream del momento. Los apartados de la prolífica cita contemplan las notaciones relacionadas con lo musical y lo sonoro; las cinéticas del movimiento; las notaciones cartográficas y espaciales ; las del cálculo y la ciencia; y, por último, las notaciones del pensamiento.

Es interesante destacar toda esa documentación que, de un tiempo a acá, se está rescatando sobre las investigaciones surgidas del histórico Centro de Cálculo de Madrid . Primero porque deja claras las diferencias que existen entre cómo se promocionaba la cultura hace décadas y cómo las administraciones lo hacen ahora. A pesar de que hay obras aquí que para disfrutarse desde el punto de vista artístico necesitarían un espacio mayor, es cierto que, con el hilo argumental de la exposición, verlas a modo de gabinete, rodeadas de otras piezas, les otorgan una nueva posibilidad de lectura. Así, en vez de volverlas a ver cómo «grandes obras», pasan a ser contenedores, registros de datos dentro de un todo. Es el caso de algunas de la propia colección MUSAC, como la gran pieza de Julie Mehretu. Esta exposición se completa, como viene siendo habitual, con las propuestas de las vitrinas del hall y el laboratorio del centro, que propone un ciclo que ayuda a comprender al artista como investigador y a sumergirnos en la capacidad creativa de este tipo de conceptos.

Es así como Miguel Ángel Rego nos convoca en el Laboratorio con Soliloquium , sumergiéndonos en facetas cercanas a lo científico (su propuesta arranca con los dibujos de Ramón y Cajal que han inspirado a muchos artistas), mientras que el colectivo formado por María Castellanos y Alberto Valverde une los avances más contemporáneos con algo tan contradictorio como sus «efectos secundarios»: contaminación, ruido... Un proyecto fresco y marcado por un fuerte carácter do it yourself en el que, mediante contenido libre, cada uno de nosotros podremos fabricarnos nuestro propio dispositivo para conocer el impacto de las cosas que nos rodean en nuestro día a día.

El ciclo se completará de manera definitiva con la muestra de Channa Horwitz , que, a partir de notaciones de tiempo, espacio y movimiento, desarrolla todo un corpus de trabajo brillante y que se inaugura el próximo sábado.