LIBROS
Cuando los intelectuales eran poderosos
El ensayista norteamericano Noam Chomsky nunca deja indiferente y siempre está al borde de la polémica. En este trabajo, aborda la responsabilidad de los pensadores en circunstancias históricas
Noam Chomsky (Filadelfia, 1928), que cuenta con 92 años, en una imagen de los años setenta
Este ensayo de Noam Chomsky abarca dos partes. La primera lleva el mismo título que el libro y fue escrita en el año 1967, en plena guerra de Vietnam . La segunda parte es un añadido y readaptación de la anterior, ... escrita en el 2011. La primera apareció en The New York Review of Books , mientras que la segunda en la Boston Review . El profesor y lingüista norteamericano parte del libro de Dwight Macdonald, La responsabilidad de los intelectuales (1945). Este autor criticaba a los intelectuales que pontificaban sobre la «culpa colectiva» de los refugiados alemanes, mientras los soldados vencedores mantenían una relación de piedad hacia los supervivientes.
Chomsky divide a los intelectuales en dos apartados. En el primero se encuentran los «íntegros» que expresan sus opiniones cueste lo que cueste; mientras que en el segundo incluye a los que denomina como « intelectuales integrados» , servidores leales y conformistas con el poder cuando no cómplices. Havel era el ejemplo de los primeros, un disidente en un estado totalitario comunista; y añadía de una manera muy especial y relevante a los sacerdotes católicos en Hispanoamérica, muchos de ellos perseguidos y asesinados por grupos paramilitares entrenados por el ejército norteamericano: Oscar Romero o Ellacuría . Este tipo de intelectual era penalizado y excluido por ser crítico. Los intelectuales integrados, por el contrario, disfrutaban de todas las seguridades.
Es muy crítico con aquellos intelectuales norteamericanos que permanecieron en silencio o no criticaron la guerra de Vietnam
Chomsky es muy crítico con aquellos intelectuales norteamericanos que permanecieron en silencio o no criticaron la guerra de Vietnam. Y cita comentarios tremendos de políticos y militares para justificar la intervención norteamericana y la destrucción de vidas humanas, la mayor parte de ellas civiles. Se asombra también que las encuestas dieran como resultado que el 70 por 100 de los norteamericanos apoyaran el conflicto. La guerra de EE.UU. en Indochina «fue el peor crimen posterior a la Segunda Guerra Mundial». Y añade el autor de este libro que Irak y Afganistán fueron otros graves errores reincidentes , apoyados por intelectuales liberales de centro izquierda. También es crítico con Obama.
Dreyfus y Zola
Los intelectuales que siempre dan sus opiniones subjetivas, poco a poco han ido siendo sustituidos por los expertos que tratan de oscurecer a los anteriores con opiniones puramente técnicas sin ninguna carga polític a. Este término que se inventó durante el proceso contra Dreyfus y que provocó la defensa de Zola: su condena y exilio en Inglaterra, así como la reprobación de la Academia Francesa por defender al militar judío acusado falsamente de traición; se ha ido difuminando a lo largo del siglo XX y el presente.
Brunetière había escrito en medio de aquel conflicto que «la pretensión de alzar a escritores, científicos, profesores y filólogos a la categoría de superhombres que tratan de idiotas a los generales y a los expertos era una equivocación». «Intelectuales» y «Expertos», subrayaba . ¿Tenían más información los intelectuales que los expertos? Ambas partes eran compatibles pues el intelectual siempre ha hablado en nombre de la libertad del individuo moral, preocupado por los derechos y los problemas humanos. Pero había intereses en contraponer uno a otro. El intelectual se expresa políticamente, mientras que el experto es un técnico ajeno a la política.
En la segunda parte del libro se reflexiona, entre otras cosas, sobre si el ataque contra Bin Laden fue un asesinato justo y necesario
Para Chomsky la posición de los intelectuales era ventajosa debido al prestigio, la autoridad, el acceso a fuentes y a los medios de comunicación. Eran los principales defensores de la libertad de expresión. No se arredraban en sacar a la luz las mentiras y las corrupciones del poder, pues asumían lo que Macdonald denominó como «la responsabilidad del pueblo». Hubo, evidentemente, también intelectuales «traidores» o «teóricos» o «cómplices» con los regímenes más salvajes y sanguinarios como el caso de Heidegger que, en 1933, afirmó que la verdad «era la revelación de aquello que hace que un pueblo tenga seguridad, claridad y fuerza de acción y de conocimiento».
Redes sociales
En El fin de las ideologías , Daniel Bell decía que estaban siendo sustituidas por un acuerdo general según el cual cada problema debía zanjarse en sus propios términos «dentro del marco de un Estado del Bienestar en el que, presumiblemente, unos expertos en la gestión de los asuntos públicos tengan un papel destacado». Bell y Chomsky coinciden en que los intelectuales perdieron el interés por convertir ideas en palancas sociales con las que activar la transformación radical de la sociedad. En la segunda parte del libro se reflexiona, entre otras cosas, sobre si el ataque contra Bin Laden fue un asesinato justo y necesario. La opinión pública fue favorable. Chomsky recuerda que el propio Lincoln condenó los asesinatos políticos, y el derecho internacional también . Chomsky aquí equivoca su pregunta que debería ser: ¿Era Bin Laden un político o un terrorista asesino? Incluso Lincoln hubiera afirmado que esto último.
Este libro es muy interesante aunque habla ya de un arquetipo de persona en tránsito de desaparición debido a los propios ataques de la política pero, sobre todo, por la aparición de las nuevas tecnologías y las redes sociales repletas de analfabetos.