CÓMIC
Carrión & Olivares: «Nos gusta trabajar con ecos, dobles, parejas de personajes»
Un coleccionista que creó una biblioteca única y la fundadora de la legendaria librería Shakespeare & Co. son dos lados de una misma moneda en ‘Warburg & Beach’, el nuevo cómic de Jorge Carrión y Javier Olivares
El Minotauro y el Laberinto asoman en las páginas dedicadas a Aby Warburg
En su primera colaboración, Jorge Carrión (Tarragona, 1976) y Javier Olivares (Madrid, 1964) unieron a ‘’ (Nórdica, 2018). Ahora, en ‘’ (Salamandra Graphic, 2021), pasan de los autores a los prescriptores y juntan a la librera Sylvia Beach con el coleccionista Aby Warburg ( ... con apariciones estelares de Mary Wollstonecraft y su editor Joseph Johnson y de Marcel Duchamp y la librera Frances Steloff) como las dos caras de la moneda de la difusión cultural en el periodo de entreguerras. O, más bien, las dos caras de la tira de papel continuo que forma un cómic lleno de paralelos y juegos.
¿Por qué, de todos los libreros, bibliotecarios o editores de los que podrían haber hablado, han elegido estos?
Jorge Carrión : Primero fue la voluntad de revisitar la primera mitad del siglo XX a partir de dos figuras fundamentales. Hay muchos libreros y bibliotecarios importantes, pero quizá ninguno tan innovador ni tan magnético como Aby Warburg y Sylvia Beach durante la época de entreguerras. La pregunta que el libro plantea es hasta qué punto las librerías no fueron tan importantes como las bibliotecas o los museos en la configuración de la cultura moderna. Así que esas dos figuras estaban muy claras desde el principio, son la base del proyecto. Las otras sí que son más caprichosas, frutos del azar y de los ecos posibles. La historia de Steloff y Duchamp ya la conocía de mi ensayo ‘ Librerías ’, pero allí no la desarrollé y me apetecía mucho hacerlo, porque veía un eco que la vinculaba con la idea de explorar las relaciones entre hombres y mujeres en el marco de la cultura. Y la de Mary Wollestonecraft la descubro leyendo la biografía de su hija y me parece muy elocuente. Me pareció interesante que un proyecto hecho por un dibujante, un escritor y una editora –Catalina Mejía– encontrara ecos en historias de relaciones entre editores y escritores, libreros y artistas. Y quisimos amplificar eso, pasar de la relación entre librerías y bibliotecas a todo tipo de relaciones en todo tipo de marcos creativos y culturales.
«Al jugar con las dos caras de la hoja creamos un artefacto complejo y poderoso»
Hablando de esas relaciones, hay una frase de Warburg que citan: «¿No es nuestra lectura siempre visual?». ¿Qué creen que hubiesen pensado ellos al verse reflejados en un cómic?
Javier Olivares : No lo sé. Tiene que ver con cómo el medio es admitido en su época. Si fueran personajes actuales les hubiera parecido bien, porque el medio ha sufrido una normalización. A mí esa es una palabra que me gusta mucho: normalización; no es tanto reivindicarlo, como normalizarlo como medio de masas. Warburg intuía esa agrupación entre las viñetas y una notación narrativa, iconográfica, en la que las imágenes dialogaban y se contaban cosas unas a otras y tú tenías una experiencia más total al ver la relación entre unas y otras. No deja de ser un eco de una página de cómic, de las viñetas. En esa época el cómic era una cosa absolutamente residual, en periódicos y revistas y dirigida sobre todo a niños. El otro día estuve viendo un documental sobre Alex Toth , que es un dibujante que a mí me fascina y que es ya un dibujante relativamente contemporáneo, y aún así salían compañeros suyos diciendo que cuando empezaba él no le decía a nadie que era dibujante de cómics, sino que era artista comercial. No podías ser una persona seria y hacer cómics. Pero eso ha cambiado bastante y yo quiero pensar que Warburg y Beach lo aceptarían como una parte más de su vida y del eco que pueda tener esto ahora.
J. C. : De hecho, fijaros que las grandes bibliotecas y los grandes museos del mundo ya han hecho todos exposiciones sobre cómic. Y las librerías que, en el siglo XXI, encarnan el espíritu de Shakespeare & Co. tienen todas secciones de novela gráfica. De hecho, ahora me doy cuenta de que es importante que este proyecto entre un artista de Madrid y un escritor de Barcelona crea un puente entre las dos ciudades; y otro puente lo crea la librería La Central , que –en ambas ciudades– tiene una sección de cómic espectacular. Y es una librería claramente heredera de Shakespeare & Co.
Javier, todos los referentes gráficos que van apareciendo (William Blake en el prólogo, las fotografías en los muros de Shakespeare & Co., los aspectos visuales del proyecto de Warburg…), ¿le han influido a la hora de dibujar el cómic?
J. O. : Cuando tengo toda esta panoplia de personajes delante, cuando Jorge me propone todas estas épocas plásticamente tan diferentes, es un festín. Para mí es un juego y un placer ir sumergiéndome en cada una de las épocas. No tanto para reflejarlas de forma fiel, porque no me creo esa idea de que tienes que reflejar la época de forma fiel para hacerla creíble. No quiero que tú te creas que Sylvia Beach es real porque yo la dibujo, sino que quiero que me acompañes en lo que te voy a contar. Esa ficción permite muchas libertades a la hora de, iconográficamente, armar el puzle. Siempre tengo en cuenta los procesos de las épocas, pero de una manera tonal más que minuciosa. Nunca voy a los detalles, no me vuelvo loco buscando la silla exacta que tenía Johnson en su casa, ni me pongo a mirar si había una cortina. Me parece que eso es irrelevante, una pérdida de tiempo. Intento más bien capturar el ambiente de la época, lo que el lector necesita para que la época lo envuelva. Pero, más allá de eso, me gusta tomarme muchas libertades. Quizá la parte más divertida es la de Warburg, porque, al trabajar con esa iconografía que recorre la Historia del Arte, yo también introduje muchas imágenes –algunas sugeridas por Jorge, otras que se me ocurrían a mí– que podían ayudar a contar la historia de la manera más interesante posible.
Otro hilo que –muy apropiadamente– va recorriendo el cómic es la historia del Laberinto y del hilo de Ariadna. Javier, parece que le persigue la Grecia clásica, porque la última vez que le entrevistamos fue por ‘La cólera’ y Aquiles.
J. O. : Y yo me dejo perseguir. Además, ambos cómics compartimos a Ulises como personaje: él mismo está en ‘ La cólera ’ y aquí aparece a través del libro de James Joyce. Pero bueno, es casualidad. También el primer trabajo que hago con Jorge es ‘Shakespeare & Cervantes’ y ahora es 'Warburg & Beach'. Supongo que es que nos gusta trabajar con los ecos, los dobles, las parejas de personajes. No es algo premeditado.
¿Y de dónde surgió la conexión con el Laberinto?
J. C. : Creo que desde que, hará unos 20 años, leí ' Le livre des labyrinthes ', de Paolo Santarcangeli (que en el cómic aparece en el escaparate de Shakespeare & Co.), me fascinan la idea de que las abejas tienen una danza topográfica que les permite representar espacios y la de que, en realidad, el hilo de Ariadna no era un hilo, sino unas indicaciones que la tradición mítica convierte en una coreografía. Eso me pareció algo hermoso y se me quedó muy grabado. De modo que, cuando estoy imaginando la figura del prescriptor, de la prescriptora –de aquel que nos guía con nuestras lecturas y nos descubre itinerarios desconocidos que unen autores, épocas, textos, imágenes–, pensé que Sylvia Beach era alguien que había creado ese tipo de coreografías. Javier y yo buscábamos metáforas que fueran hilos conductores y que, ante historias tan distintas y tan abiertas, aportaran una estructura narrativa sólida. Y se nos ocurrieron la mariposa, vinculada con la física cuántica y con la conexión entre universos paralelos, y el Laberinto. Además de constantes visuales que creó Javier, como, por ejemplo, la arquitectónica, que le da al cómic una consistencia física muy poderosa.
«No creo que haya que reflejar una época de forma exactamente fiel para hacerla creíble»
Aquí hablan de una librería y una biblioteca que son clásicos. Pero, si tuvieran que añadir un capítulo sobre algo más presente, ¿qué sería?
J. C. : Hace muchos años que yo tengo dos líneas de trabajo: desde ‘Los muertos’ y ‘Teleshakespeare’ he trabajado en el ámbito de la ciencia-ficción, la pantalla, la cultura popular, lo digital e internet; y desde ‘Australia’ y ‘Librerías’ en lo relacionado con los viajes físicos y los espacios del libro. De modo que dependería de por cuál de las dos me decidiera. Si fuera por la primera, podría pensar en Google Books y en cuáles son los grandes prescriptores de nuestra época: los algoritmos (algo de lo que hablo en ‘ Lo viral ’). Si las libreras o los bibliotecarios fueron los prescriptores más emblemáticos de la primera mitad del siglo XX, seguramente ahora el algoritmo de Google o el de Twitter cumplen ese rol. Si, en cambio, me fuera a la dimensión analógica y en papel, buscaría figuras de nuestra época que, o bien son grandes prescriptores clásicos (editores, como Jorge Herralde), o bien que están embarcados en proyectos excéntricos y maravillosos en el ámbito de lo analógico: desde los ‘luthiers’ que están construyendo violines con técnicas y herramientas del siglo XVIII, hasta los ‘biblioburros’ de Colombia que llevan la cultura en la selva a lomos de un burro.
Creo que están ya pensando en otro proyecto juntos. ¿También hablará sobre libros y escritores?
J. C. : De momento tenemos una idea de una forma. ‘Warburg & Beach’ nació como un concepto que aúna la forma con el contenido. Se nos ocurrió desde el principio que era un libro en una única página que podía jugar con las dos caras. Por ejemplo, en la última viñeta aparece la mariposa en el ojo de Duchamp y, en la cara opuesta, está en Londres con Mary Wollestonecraft, entrando por la puerta de la casa de Johnson. Hay una continuidad vinculada con las dos caras del libro, para que sea un artefacto coherente, complejo y lo más poderoso posible. Y, en el nuevo proyecto, también tenemos una forma, todavía más inesperada que la de ‘Warburg/Beach’, pero todavía tenemos que pensar exactamente qué queremos contar.